Una reunión de especial carácter
Fecha:
16/03/2012
Fuente:
Granma Internacional
Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Cuba, el mundo entero estuvo pendiente de su histórico encuentro con el presidente cubano Fidel Castro. Pero no era la primera vez que se reunían. En noviembre de 1996 ya habían sostenido una entrevista en el Vaticano. Por primera vez, un presidente cubano era recibido por la máxima autoridad de la Iglesia Católica.
La audiencia concedida por el Sumo Pontífice al líder cubano (presente en Roma para participar en la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO), causó gran revuelo entre la prensa y muchos esperaban desencuentros. No obstante, entre ambos estadistas primaron expresiones de respeto y admiración mutua.
Cuenta el periodista Luis Báez que "diez minutos antes de la hora señalada para la audiencia la caravana de autos en que viaja Fidel cruza la histórica Plaza de San Pedro, atraviesa el patio de San Dámaso, en el corazón del minúsculo Estado Vaticano, y es conducido a la biblioteca privada del Santo Padre".
"Bienvenido, gracias por su visita", le dijo Juan Pablo II. El presidente cubano contestó con una leve inclinación: "Su Santidad, para mí es un gran honor estrechar su mano".
La conversación duró 35 minutos, sin testigos —continúa Báez. El diálogo fue en español. Al despedirse, Fidel reiteró la invitación para que el Papa visitara la Isla: "Santidad, espero verlo pronto en Cuba". "Gracias. Mi bendición para todo el pueblo cubano", fue la respuesta.
Aquella cita se convirtió en la principal noticia de los más importantes medios de comunicación en todo el mundo. La agencia mexicana Notimex, desde Roma, señalaba que "Fidel logró en la Cumbre Mundial de la Alimentación y en su encuentro con el Papa Juan Pablo II contrarrestar el pretendido aislamiento de su gobierno que buscaba Estados Unidos y que había secundado España".
La radio Vaticana difundió una entrevista con el líder cubano, en la cual reiteró que "queremos crear un clima de confianza y de buenas relaciones con la Iglesia". Por su parte, el diario español El País calificó como "histórico" el apretón de manos entre el Sumo Pontífice y el presidente cubano.
El propio Fidel, en una conferencia de prensa luego del encuentro, lo calificó como "un impacto muy fuerte".
"Pude observar un rostro bondadoso y noble realmente. He observado a un hombre noble, bueno, amable, en buena salud. Realmente me sentí emocionado al saludar a una personalidad tan destacada y que ha jugado un papel tan importante en el mundo entero.
"Hablamos de historia, de América Latina, de los problemas del mundo. Le expliqué cómo nuestra Revolución nunca ha tenido un sentimiento antirreligioso.
"Me reunía con un Papa de una gran personalidad, de características excepcionales, que ha jugado un papel importante en el mundo de hoy y entonces allí, naturalmente que tenía que ser para mí una reunión de especial carácter."
Luego, en enero de 1998, a pocas horas de la llegada del Sumo Pontífice a La Habana, el Comandante en Jefe, durante una comparecencia ante la televisión cubana, volvió a recordar aquella reunión.
"Fue muy amable, muy respetuoso, pudiéramos decir que afectuoso. Es un hombre de rostro noble —fue la impresión que me dio—; inspira, realmente, respeto. Esa impresión la recogieron todos los compañeros que estábamos allí. Fue fácil conversar con él —habla español como cualquiera de nosotros, con una gran facilidad—, hablamos español. Es un hombre preciso en las cosas, sabe escuchar y escucha con mucha atención. De manera que yo, realmente, saqué una impresión buena, agradable. Así mismo lo he expresado, allí mismo en Italia, cuando me lo preguntaron, y en otras ocasiones lo he comunicado también".
La audiencia concedida por el Sumo Pontífice al líder cubano (presente en Roma para participar en la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO), causó gran revuelo entre la prensa y muchos esperaban desencuentros. No obstante, entre ambos estadistas primaron expresiones de respeto y admiración mutua.
Cuenta el periodista Luis Báez que "diez minutos antes de la hora señalada para la audiencia la caravana de autos en que viaja Fidel cruza la histórica Plaza de San Pedro, atraviesa el patio de San Dámaso, en el corazón del minúsculo Estado Vaticano, y es conducido a la biblioteca privada del Santo Padre".
"Bienvenido, gracias por su visita", le dijo Juan Pablo II. El presidente cubano contestó con una leve inclinación: "Su Santidad, para mí es un gran honor estrechar su mano".
La conversación duró 35 minutos, sin testigos —continúa Báez. El diálogo fue en español. Al despedirse, Fidel reiteró la invitación para que el Papa visitara la Isla: "Santidad, espero verlo pronto en Cuba". "Gracias. Mi bendición para todo el pueblo cubano", fue la respuesta.
Aquella cita se convirtió en la principal noticia de los más importantes medios de comunicación en todo el mundo. La agencia mexicana Notimex, desde Roma, señalaba que "Fidel logró en la Cumbre Mundial de la Alimentación y en su encuentro con el Papa Juan Pablo II contrarrestar el pretendido aislamiento de su gobierno que buscaba Estados Unidos y que había secundado España".
La radio Vaticana difundió una entrevista con el líder cubano, en la cual reiteró que "queremos crear un clima de confianza y de buenas relaciones con la Iglesia". Por su parte, el diario español El País calificó como "histórico" el apretón de manos entre el Sumo Pontífice y el presidente cubano.
El propio Fidel, en una conferencia de prensa luego del encuentro, lo calificó como "un impacto muy fuerte".
"Pude observar un rostro bondadoso y noble realmente. He observado a un hombre noble, bueno, amable, en buena salud. Realmente me sentí emocionado al saludar a una personalidad tan destacada y que ha jugado un papel tan importante en el mundo entero.
"Hablamos de historia, de América Latina, de los problemas del mundo. Le expliqué cómo nuestra Revolución nunca ha tenido un sentimiento antirreligioso.
"Me reunía con un Papa de una gran personalidad, de características excepcionales, que ha jugado un papel importante en el mundo de hoy y entonces allí, naturalmente que tenía que ser para mí una reunión de especial carácter."
Luego, en enero de 1998, a pocas horas de la llegada del Sumo Pontífice a La Habana, el Comandante en Jefe, durante una comparecencia ante la televisión cubana, volvió a recordar aquella reunión.
"Fue muy amable, muy respetuoso, pudiéramos decir que afectuoso. Es un hombre de rostro noble —fue la impresión que me dio—; inspira, realmente, respeto. Esa impresión la recogieron todos los compañeros que estábamos allí. Fue fácil conversar con él —habla español como cualquiera de nosotros, con una gran facilidad—, hablamos español. Es un hombre preciso en las cosas, sabe escuchar y escucha con mucha atención. De manera que yo, realmente, saqué una impresión buena, agradable. Así mismo lo he expresado, allí mismo en Italia, cuando me lo preguntaron, y en otras ocasiones lo he comunicado también".