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En la escultura de Fidel en Sokol, flores rojas de gratitud y lealtad

El 22 de noviembre del 2022 parece no haberse alejado en el tiempo. Es que -tal cual ha expresado una joven poetisa cubana- Fidel es un sentimiento. Y por eso da la impresión de que, ahora mismo, y a cada instante renovado, se está inaugurando en el barrio moscovita de Sokol el monumento dedicado al Comandante en Jefe; y pareciera que en estos instantes los dignatarios Vladimir Putin y Miguel Díaz-Canel Bermúdez están compartiendo ideas y sentimientos a propósito del hecho, así como sucedió aquella vez de noviembre.

En eso pensó esta reportera cuando este miércoles en la tarde, al filo de las cuatro en Sokol, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se detuvo firme ante la escultura metálica de un Fidel joven, mirando al horizonte, ataviado con su uniforme de guerrillero y con sus altas botas.

El Presidente cubano y los demás integrantes de la delegación de alto nivel que ha llegado en estas horas a la Federación de Rusia, colocaron flores rojas en la base del monumento, donde está grabado el nombre de “Fidel”. Antes, Díaz-Canel Bermúdez había acomodado las cintas de una ofrenda floral, donde podía leerse que se trataba de un homenaje del pueblo de Cuba al Comandante en Jefe. Hubo segundos eternos, como esos en los cuales quienes rendían tributo hacían un saludo militar, o sencillamente saludaban con solemnidad y en silencio.

La figura de Fidel en medio de un paisaje ruso despertaba múltiples emociones y hacía pensar en un cariño especial, cultivado desde hace mucho tiempo entre dos pueblos. Es lo que decía en un reciente y conmovedor texto sobre la amistad entre la Isla y el gigante euroasiático, Serguei V. Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia:

“El Comandante en Jefe Fidel hizo mucho; tanto para desarrollar nuestras relaciones bilaterales, como para consolidar en los asuntos mundiales los valores de la paz, la libertad, la verdad y la justicia. Para muchas generaciones de ciudadanos rusos, su nombre se ha convertido en el símbolo del abnegado servicio al pueblo cubano”.

El Canciller ruso ha expresado que, a partir de la primera visita del Comandante en Jefe a la Unión Soviética, en 1963, “nuestra sincera amistad con Cuba no hizo otra cosa que fortalecerse”. Y hacia el final de su texto ha recordado las palabras “del gran Fidel Castro”, quien una vez dijera: “No existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.

Lavrov afirmó que tales palabras se parecen al pronunciamiento del Santo y Devoto Príncipe Alexander Nevski, el Patrón Celestial de los diplomáticos rusos: “Dios no está en la fuerza, sino en la verdad”.

Rusia y Cuba, ha dicho el prestigioso diplomático, “están en el lado correcto de la historia. Estamos listos a seguir codo a codo con los amigos cubanos, trabajando para fomentar de manera integral estos lazos en beneficio de los pueblos de nuestros países, en aras de la paz y seguridad internacionales. Cuba siempre puede contar con nuestro apoyo. Estoy convencido de que será recíproco”.

Hay sucesos cuyas hondas expansivas pueden llegar muy lejos. Es el caso del impacto nacido en aquella noche del 27 de abril de 1963, cuando Fidel llegó por vez primera a la Unión Soviética. Aquel recorrido del líder caribeño por el gran país socialista duró 38 días; y de aquella cercanía vale ahora recordar que el joven estadista fue condecorado con el título de Héroe Nacional de la Unión Soviética, además de recibir la Orden Lenin y la Medalla de Oro.

En aquel universo tan distante geográficamente, Fidel pronunció palabras ante una multitud que fue a escucharle desde la Plaza Roja de Moscú. Sobre aquellas horas de la primera visita del líder cubano, Nikoali Leonov, quien fuera traductor del joven rebelde durante su estadía en la URSS, recordará: “La primera visita del Comandante en jefe Fidel Castro a Rusia tiene un gran interés internacional e histórico incluso ahora, porque ni antes ni después, la Unión Soviética o mi país, independientemente del nombre que lleve, ha recibido un invitado con tantos honores”.

Muchas son las anécdotas alusivas al paso de Fidel por el gigante euroasiático. Se cuenta que en la zona de Siberia el tren donde el joven dirigente viajaba, quedó rodeado por leñadores que querían verle con sus propios ojos. Fidel salió a saludarlos; lo hizo con una camisa en medio del duro invierno. Entonces, los anfitriones le ofrecieron una chaqueta acolchada, gesto que impresionó al visitante.

Cuando mucho tiempo después, en el 2005, le preguntaron al Comandante en Jefe si tenía planeado volver a Rusia, él dijo emocionado que, si dependía de su voluntad y de sus sentimientos, la respuesta sería “sí”, lo mismo en verano que en invierno, lo mismo con nieve que sin ella.

El 13 de enero de 1964, en un discurso pronunciado a su llegada a Moscú, Fidel expresó: “Es sumamente grato para mí encontrarme de nuevo en la Unión Soviética. Aunque es solamente la segunda vez que la visito, este país constituye ya para mí algo familiar. En mi recuerdo parece como si fuera ayer mismo que estuve entre ustedes. Llevo muy grabadas en mi corazón las infinitas pruebas de amistad y de calor extraordinarios con que los soviéticos nos recibieron. Son de esos recuerdos que no pueden olvidarse”.

Más allá de las anécdotas, una rica historia de gestos colaborativos y mutuos, de intercambios sucesivos de identidades emparentaron con fuerza a los dos países. Y es indudable que Fidel fue un artífice clave en la amistad que hasta hoy perdura. Por eso ahora la escultura dedicada al Comandante en Jefe en el distrito moscovita de Sokol emociona. Por eso este miércoles inspiró especial ternura ese gesto, de gratitud y lealtad, de poner flores rojas en la base al monumento del gran luchador.

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Presidencia

Date: 

07/05/2025