Un 1ro. de Mayo en muchas plazas
Que no haya esta vez un desfile largo, de ciudades enteras volcadas a una avenida, sino actos más pequeños en lugares distintos, más cerca de la casa del obrero y su familia, solo marcará las diferencias con lo que ha sido tradición, no con lo que significa la fecha ni con lo que tal día siempre se expresa en masa.
No son tiempos de holgura, lo sabemos. El vivir cotidiano nos dice en la piel de cada uno las presiones que nos imponen las carencias, ese efecto inmediato que genera la guerra terrible que nos hacen, con las manos poderosas de un imperio sobre el cuello de Cuba, para que padezcamos. Pero dicen que es para ayudarnos, ayudar al pueblo, asfixiándolo.
Este 1ro. de Mayo, por ejemplo, no habrá desfile porque no hay suficiente combustible para el transporte que mueve tanta gente a las plazas. Pero habrá la misma gente, aunque sea en otras plazas, más cerca de sus casas, gente que irá a apoyar a su país, a su Revolución, porque el cubano no es pueblo ignorante.
Tiene sangre en las venas, claro, y la carencia lo angustia, pero lo irrita más saber que es intención de los que no nos quieren, de los que hacen alergia a esta resistencia.
No entienden que Cuba no se rinda, no se entregue, no se venda a la abundancia que nos ofrecen, ellos, que tanto «han hecho por nosotros», y que en cambio vayamos –como recién fuimos a las urnas– a una plaza, esta vez cerca de casa, a repetir que no nos rendiremos, que no nos venderemos.