Discorsi

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ante los miembros del PURS de las provincias de Pinar del Río, La Habana y Matanzas, efectuado en el teatro “Chaplin”, el 22 de febrero de 1963

Data: 

22/02/1963

Compañeros del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (Aplausos):

Desde hace varios meses, compañeros, habíamos tenido la idea de celebrar esta reunión.  Iba a ser una reunión de masas con los miembros de nuestro Partido.  Por una serie de circunstancias no pudo realizarse antes y, desde luego, en el transcurso de estos meses fue creciendo la Organización, de manera que prácticamente para la reunión que habíamos ideado de los militantes de las tres provincias occidentales no era suficiente siquiera este teatro.

Al principio habíamos pensado en una reunión más íntima, pero después surgió la idea de que fuera pública, que se trasmitiese por radio y televisión; surgió el interés de los compañeros de la Revolución, y se nos fue convirtiendo cada día en algo más solemne.  Es decir, se ha convertido en un acto grande, en un acto importante, y en un acto que ha tenido la virtualidad de despertar el interés de todos los compañeros de la Revolución y el interés de todo el pueblo.

Ha servido, ya desde su propia convocatoria, para ir palpando el prestigio y la seriedad del trabajo que en torno a la organización del Partido de vanguardia de nuestro pueblo se ha ido despertando en la nación.  Y para nosotros es un motivo de aliento ver ese extraordinario interés, porque contribuye a ir situando a nuestra organización en el papel y en el lugar que debe ocupar dentro de la Revolución.

Todos nosotros debemos impregnarnos de la convicción, de la conciencia de la tarea que tiene nuestro país por delante y de nuestras obligaciones.  Sabido es que una revolución es, antes que nada, un proceso nada fácil; es un proceso complejo, un proceso duro y un proceso difícil.

En los primeros meses de la Revolución mucha gente sentía entusiasmo por la Revolución y, sin embargo, no sabía qué era la Revolución. Cualquiera se llamaba revolucionario y, sin embargo, cualquiera no es revolucionario.  En aquellos primeros tiempos observábamos un fenómeno que consistía precisamente en una ola de gran entusiasmo y, sin embargo, poca solidez en la cultura política de las masas.

Es solo en esas circunstancias en las que cualquiera se puede hacer pasar por revolucionario. Los tiempos de hoy no son aquellos tiempos. Cualquiera de ustedes comprende perfectamente que los tiempos de hoy no son aquellos tiempos.

Nosotros nos sonreímos porque, en realidad, muchas veces en aquellos idas, nosotros explicábamos ese fenómeno propio de ciertas etapas de los procesos sociales y políticos, recordando cómo en los primeros meses de la lucha, de la lucha por la conquista del poder, había un número relativamente pequeño de luchadores y cómo, sin embargo, cuando la Revolución había triunfado, entonces se veía una ola inmensa, gigantesca.  Desde luego, nosotros siempre pensábamos:  “Si los tiempos se pusieran difíciles, si volvieran los idas de la lucha dura, muchos de los que van en esa ola no se moverían al conjuro de la Revolución.”

Es decir, eran los tiempos del oportunismo; pero nosotros sabemos cómo son las circunstancias, y cómo en unas circunstancias difíciles hay menos; en unas circunstancias fáciles hay muchos.

Desde luego que todo proceso revolucionario va ascendiendo escalonadamente, y el número de los combatientes de experiencia, el número de los combatientes probados va creciendo de escalón en escalón.  Porque si bien puede decirse que en las circunstancias difíciles en que hay que dar pruebas de espíritu verdaderamente revolucionario, muchos se ponen en evidencia, también es cierto que en esos momentos de lucha y momentos difíciles, es también la oportunidad en que los que valen, los que tienen condiciones, también se dan a conocer.

Y lo que vale de nuestro pueblo, lo que lucha de nuestro pueblo hoy, la parte del pueblo que participa de manera activa en la lucha, y que en circunstancias difíciles lucharía, es infinitamente mayor de la parte del pueblo que luchaba al principio; porque es, sencillamente, que la Revolución ha ido engrosando sus filas de la masa del pueblo, y por eso puede avanzar ya como una masa combatiente y depurada.

Lo que más ha depurado la Revolución, lo que más ha depurado a las masas revolucionarias, son precisamente estos cuatro años de Revolución.  La lucha, la lucha de clases, la profundización del proceso revolucionario, ha hecho que lo mejor de nuestro pueblo se haya ido agrupando, se haya ido fortaleciendo, y todo lo que no valía nada y pretendía figurar en las filas de la Revolución como revolucionario ha ido abandonando la columna revolucionaria.  Pero la columna revolucionaria es hoy ya una aguerrida columna revolucionaria, una aguerrida fuerza revolucionaria donde, como en la guerra, van quedando los más firmes.

Nosotros recordamos algunas etapas de la lucha armada.  Había ciertos instantes, cuando obteníamos una victoria, cuando ocupábamos un cuartel, cuando disponíamos” de un número grande de armas, mucha gente se enrolaba, aparecían 20, 30, 40.  Al calor de la victoria se entusiasmaban, pedían un fusil, se unían a nuestra columna; pero cuando venía la persecución, cuando venían los días de caminatas largas, de hambre, de frío, de lluvias, alguna de aquella gente empezaba a desertar con cualquier pretexto.  Había un pretexto muy simpático, que yo no sé si el Che lo habrá contado en sus crónicas —que no he leído todas—, pero que a fuer de hombre sincero podía haberlo incluido. Y era alguna gente que cuando marchábamos por los firmes de las montañas en aquellos días difíciles, pedían permiso un momentico, que tenían algunas necesidades; su pelotón se paraba, se ponían a esperarlo, pasaban 10 minutos, pasaban 20 minutos, pasaba media hora, y el hombre no volvía.  Por lo general, dejaban el fusil; a veces, a veces había quienes se llevaban el fusil.  Esos eran los que más nos dolían.

Y no tenía nada de extraño que a la vuelta de los meses, cuando la Revolución había avanzado y su fuerza se había vuelto a hacer sentir, apareciera enrolada en alguna guerrillita por el llano, o por cualquier zona donde ya no iban soldados, alguna de aquella gente que desertaba en aquella etapa.

Dentro de la Revolución, cuando en los primeros días comenzó a hacerse evidente la oposición de los sectores reaccionarios del país, nosotros dijimos que la Revolución iba a disminuir en extensión y a crecer en profundidad.  Era evidente y lógico que las medidas de beneficio popular que la Revolución dictaba, afectando los intereses de minorías privilegiadas y explotadoras, iba a desatar con toda su fuerza la lucha de clases, y la Revolución iba a comenzar a decrecer en extensión, pero al mismo tiempo a crecer en profundidad.

Fue la lucha contra los monopolios, la lucha contra los grandes propietarios de viviendas, los grandes propietarios de fincas, los grandes importadores, y en fin todo aquel sector social que en nuestro país constituía la clase explotadora, y que dominaba todos los medios del poder antes del triunfo de la Revolución, que monopolizaba la cultura, monopolizaba —prácticamente— la alta instrucción, que monopolizaba los medios de divulgación de las ideas, todo aquel sector con que comenzó a chocar la Revolución.

En aquel instante empezó la lucha, una lucha que no ha terminado, y que pudiera decirse que está comenzando.  Esta es una lucha larga, y esta va a ser una lucha larga; esta es una lucha dura y difícil, y va a ser una lucha larga, dura y difícil.

La Revolución cuenta, de antemano, con la victoria.  De eso no le puede caber duda a nadie, pero nosotros debemos saber que esta es una lucha larga, dura y difícil, porque esto es una Revolución (Aplausos).

Al principio no se habría podido decir esto, porque habrían aparecido personas que dijeran:  ¿Por qué va a ser una lucha larga, dura y difícil, si ya se acabó la lucha, si ya fue derrocado Batista?  Ni siquiera se imaginaban que entonces era cuando la lucha empezaba.

Hoy sí se puede decir, hoy se puede comprender, y es posible que entre las cosas, las ideas, los idealismos, los subjetivismos que nosotros no hemos erradicado suficientemente, está este de creerse que la Revolución es una tarea fácil.  Y por eso, lo primero que un militante revolucionario debe saber, debe llevar bien aprendido es que la Revolución es una tarea difícil.

Y si cualquier revolución en cualquier época de la historia podría calificarse como de una tarea difícil, la más difícil de todas las revoluciones, puesto que es la más radical y la más profunda en la historia de la humanidad, es la Revolución socialista (Aplausos).

La Revolución socialista tiene alcances mucho más amplios que ninguna de las revoluciones anteriores en la historia de la humanidad, porque es precisamente con la Revolución socialista que las clases sociales, la diferenciación entre explotadores y explotados desaparece por primera vez desde que surgió también un día en la historia de la humanidad.

En las anteriores revoluciones, como fueron las revoluciones burguesas, el dominio de determinadas clases fue abolido para implantarse en su lugar el dominio de otras clases revolucionarias en ese momento histórico, progresistas en ese momento histórico, que implantaron un régimen social superior con respecto al régimen social anterior, pero régimen social basado todavía, y fundamentalmente, en la explotación del hombre por el hombre.

Primero fueron los regímenes esclavistas, después los regímenes feudales, después los regímenes burgueses; cambiaba la forma de explotación, cambiaba, incluso, el grado de la explotación, pero la explotación se mantenía, y en formas siempre crueles; porque aun en los países capitalistas más desarrollados, por el elevado desarrollo de la técnica y de la industria que han alcanzado, aún en esos países siempre nos encontramos con el hombre abandonado a su suerte, el hombre víctima de mil y una explotaciones, el hombre sin trabajo, el hombre acorralado, porque es una lucha feroz, una competencia feroz del hombre contra el hombre.

Y bajo el pretexto de la defensa del individuo, lo que hacen es liquidar al individuo, acorralar al individuo y abandonar a su suerte al individuo; el individuo despedido de la fábrica, el individuo accidentado o enfermo, sin recursos, sin medios de subsistencia para su familia, sin medios de subsistencia para atenderse, para satisfacer sus necesidades más elementales.  Porque aun en esos países que han podido lograr una alta producción nacional, al lado del millonario vemos al pordiosero, porque esa es esa sociedad.

Para comprender la sinrazón histórica, o la condena de la historia a semejante sistema social, hay que empezar por comprender y por conocer el punto de vista marxista, la afirmación marxista de que al romper las cadenas del feudalismo, las fuerzas productivas se desarrollaron de manera extraordinaria, hasta que en un momento dado de su desarrollo comenzaron a chocar con el sistema social en el seno del cual se habían desarrollado.  Pero habiendo alcanzado un alto grado de desarrollo, pudiendo producir elevadas cantidades de bienes materiales, cuán absurda es una sociedad donde al lado del millonario aparece el pordiosero. Es cuando se hace evidente la necesidad de cambiar ese orden social, puesto que es un orden social inadecuado para el grado de desarrollo de los medios de producción y de la técnica que el hombre ha creado.

Estados Unidos, que alardea incesantemente de su capacidad de producción, es un ejemplo de cómo al lado de los Rockefeller y los Morgan y los Ford, están los pordioseros que existen en todas las ciudades de Estados Unidos, los barrios inhóspitos, las zonas de hacinamiento; está el hecho real de que una gran parte, una parte considerable de su capacidad de producción, está subutilizada, trabajando al 60%, al 65% de su capacidad; está el hecho de que inviertan más de 50 000 millones de dólares en armamentos, en gastos militares.

Solamente el hecho de que una sociedad humana gaste anualmente en servicios militares recursos tales, que distribuidos entre los pueblos subdesarrollados y pobres del mundo bastarían para llevar un alivio infinito a sus necesidades; y comprender que esos gastos militares tienen el único y exclusivo propósito de mantener la dominación sobre otros pueblos, de subyugar y explotar el trabajo y las riquezas de otros pueblos, bastaría comprender eso, y ser un ser consciente, para condenar a semejante sociedad, condenarla desde el punto de vista moral, y comprender, desde el punto de vista histórico y científico, que está llamada inevitablemente a desaparecer (Aplausos).

En nuestro país, a pesar de ser un país subdesarrollado, había fábricas subutilizadas.  Y todos los aquí presentes, cualquiera de los aquí presentes, que son obreros, saben que si hoy hay alguna fábrica subutilizada es única y exclusivamente cuando falta la materia prima, cuando por motivo de las dificultades que nos crea el bloqueo económico del imperialismo yanki, no podemos obtener esas materias primas.

Porque desde el momento en que los medios fundamentales de producción pasan al pueblo y desaparece semejante sistema de explotación, entonces no se produce para el mercado, se produce para las necesidades.  Y las necesidades estaban presentes en todas partes.  Lo que más abundaba en nuestro país, como país subdesarrollado, era la necesidad, necesidad de todo:  necesidad de empleos, en primer lugar; necesidad de escuelas, necesidad de hospitales, necesidad de casas; necesidades materiales y culturales de todo tipo.

Al capitalista no le importaba resolver ninguna de esas necesidades; al capitalista le importaba ganar dinero.  Al Estado socialista le importa satisfacer necesidades.  El capitalista no tiene alma, no tiene entrañas; cuando imagina y organiza un negocio, lo hace para su único y exclusivo provecho, para él y para su clase.

Claro está que la clase explotadora no carecía de nada; para ellos no había necesidades.  Necesidades había para las masas.

¿A qué capitalista le faltaba un magnífico hospital? ¿A qué capitalista le faltaba un brillante médico? ¿A qué capitalista le faltaban los mejores recursos de la medicina cuando se enfermaba? ¿Y a qué hijo de capitalista le faltaba una magnífica escuela, una magnífica casa, una magnífica playa y una abundante cuenta en el banco para comprar de todo, desde Cadillacs hasta joyas?  A la hora de gastar 5 000 dólares en un Cadillac, a la hora de gastar las divisas en un Cadillac, él no pensaba, ni le interesaba pensar, que en algún lugar de tierra adentro los campos estuviesen cubiertos de marabú y los brazos cruzados; a él no podía importarle un barrio de indigentes.

Para ellos las necesidades no existían; las necesidades existían para las masas.

¿A qué hospitales iban las masas? Porque se vivía en una sociedad tan inhumana que hasta para ir a un hospital había que llevar una recomendación de un político. Y en los pocos y mal atendidos hospitales se almacenaban los enfermos, y muchas veces dormían en el suelo.

La Revolución llega al poder en un país subdesarrollado, que era paraíso de una minoría de explotadores e infierno de las grandes mayorías de las masas.  Ese fue el estado de cosas.  Y la Revolución expropió a los del paraíso, liquidó los privilegios de aquellos señores para aliviar las necesidades de los explotados.

Eso, desde luego, puede ser fácil decirlo, lo difícil es hacerlo, porque para hacerlo hay que enfrentarse a la internacional de los explotadores; hacerlo en un país pequeño como este, que era casi propiedad del más poderoso bastión de la reacción en el mundo, no era fácil.  Y, sin embargo, lo estamos haciendo (Aplausos).

¿Podían satisfacerse las necesidades de las masas por el solo hecho de expropiar a los explotadores?  ¡No!  Expropiar o confiscar a los explotadores, era simplemente el comienzo.  La falta de bienes materiales suficientes para satisfacer las necesidades de las grandes masas tiene su causa fundamental en la falta de técnica y de los medios de producción necesarios, en lo que se llama el subdesarrollo económico.

Antes, a pesar de ser un país subdesarrollado, una minoría vivía muy bien, muy bien, porque había toda una mayoría trabajando para ellos; con los medios de producción con que contamos, con que contaba ese país subdesarrollado, no era posible satisfacer las necesidades de esa mayoría. Esto independientemente de otros factores.

Nosotros sabemos cuál es uno de los factores que más dificultan, que más entorpecen, que más sacrifican a nuestro pueblo, y es la enemistad, la hostilidad y la agresión del más poderoso bastión de la reacción mundial. Pero aun sin eso, nuestro pueblo necesitaba de medios de producción y de técnica.

Cualquiera que ha leído los periódicos, y ha visto que una máquina de cortar caña realiza el trabajo de 30 hombres, quiere decir que una máquina de cortar caña multiplica por 30 la productividad de un hombre; como una máquina de hacer tabacos multiplica la productividad de un tabaquero; como una máquina agrícola, un tractor, multiplica la productividad de un obrero, de un agricultor.  Y por eso, nuestro país tenía que emprender el camino del desarrollo económico, es decir, del desarrollo de una industria, de los medios y de la técnica de producción.

Lo que un revolucionario no debe nunca olvidar, es que solo el trabajo, y el trabajo con los medios adecuados y la técnica adecuada, es lo único que puede crear los bienes materiales que el hombre necesita. Ese principio económico fundamental es base de la sociedad humana. Eso nunca debe olvidarlo un revolucionario.

El enemigo hace una propaganda, una propaganda realmente cínica. Nosotros constantemente vemos cómo el imperialismo basa su propaganda contra la Revolución Cubana en la idea de las dificultades   por que atraviesa la Revolución. Y ahora mismo, en estos días, en que han recibido con todos los honores a ese gran traidor que tiraniza al pueblo hermano de Venezuela (Abucheos), socio de títeres colonialistas como Muñoz Marín (Abucheos), y que pretenden presentar como ejemplos de gobernantes, porque han entregado hasta su alma a los monopolios yankis, es frecuente oír los argumentos imperialistas diciendo que ya la Revolución  Cubana no puede ser atractivo, por los problemas económicos que atraviesa, por el hambre que hay.

Digo que el argumento es cínico, porque eso equivale a lo siguiente: invertir todo el poderío, toda la hostilidad y toda la influencia en bloquear a un pequeño país subdesarrollado, y después decir:  “Vean, tienen dificultades.”

Precisamente el mérito de esta Revolución, que los pueblos de América están observando, es que a pesar de eso la Revolución se mantiene y sigue adelante (Aplausos).

¿Qué derecho tienen los imperialistas de enjuiciar nuestras dificultades, si ellos son los causantes con sus hechos y han empleado todo su poderío en crearnos dificultades?  Pero lo hacen tan tranquilamente y utilizan ese razonamiento tramposo, como es el pretender ignorar que esta Revolución se lleva adelante a pesar de los extraordinarios esfuerzos que han hecho por ahogarla en hambre, o ahogarla en sangre (Aplausos).

Y, sin embargo, donde hay hambre, donde hay espantosa miseria, incultura, desatención, es en numerosas regiones de América, que no podrán remediar los explotadores imperialistas. Mas nosotros podríamos hacerles una pregunta a los gobernantes yankis, a los senadores yankis: Si Cuba no puede ser atractivo, si el ejemplo de Cuba no puede ser atractivo, ¿por qué se preocupan tanto por Cuba? (Aplausos)  Si el ejemplo de Cuba no es atractivo, ¿por qué le tienen tanto miedo a Cuba? (Aplausos)  Si el ejemplo de Cuba no fuera atractivo, ¿por qué esa histeria desatada en el Senado y en la prensa yanki, por qué esa gritería descomunal acerca del peligro de subversión que dicen representa Cuba?  ¿Por qué tanto miedo? ¿Es que no basta mirar el mapa de este hemisferio para ver el tamaño de Cuba, la geografía de Cuba, isla pequeñita, territorio minúsculo, en medio de un inmenso continente, en una de cuyas partes se asienta el más poderoso país capitalista? ¿Por qué les atemoriza tanto Cuba?

Dicen que nosotros promovemos la subversión y se asustan. Pero, ¿cómo podríamos nosotros promover la subversión y desarrollar revoluciones, si está probado que la subversión no puede triunfar? Porque los imperialistas y los reaccionarios de América lo que han estado empleando contra nosotros durante cuatro años es subversión. Y sin embargo, no tenemos miedo;  sin embargo, no nos asusta.  ¡Los hemos aplastado y los aplastaremos cien veces!  (Aplausos.)

Y, entonces, ¿cómo es posible que cuando el estado poderoso aplica la subversión contra el país pequeño, y las oligarquías reaccionarias de América aplican la subversión y fracasan... ¿Por qué le tienen tanto miedo a la subversión entonces, si según su experiencia la subversión es inútil?

Es natural que los imperialistas estén usando ahora estos argumentos contra Cuba.  Pero, al parecer, lo que dicen es lo que piensan: ¡Contra una revolución, la subversión fracasa!  ¡Contra la explotación, la subversión —que ya no sería subversión sino revolución— triunfa! (Aplausos.)

Nosotros, desde luego, no practicamos la subversión ni exportamos revoluciones.  Entre otras cosas, pueden tomarse lujo de ese tipo los imperialistas; los imperialistas tienen infinitos recursos.  Solo en la expedición de Girón se gastaron como 40 millones de dólares, más los que tuvieron que gastarse después en indemnización (Aplausos).

¿Podríamos gastarnos nosotros 40 millones de dólares en organizar una expedición contra un gobierno reaccionario?  No.  Pero lo curioso de todo es ver cómo tan tranquilamente hacen esas acusaciones contra nosotros, cuando son ellos los que han estado haciendo eso.  Y en una sola de las acciones contra nosotros se gastaron 40 millones.

Y, además, porque no solo es una cuestión de principios, sino, además, una cuestión innecesaria.  Porque el virus de la revolución no se transporta en submarino ni en barcos.  Son las ondas etéreas de las ideas las que transportan el virus revolucionario (Aplausos), y prosperan allí donde hay caldo de cultivo abundante.  ¡Y en América Latina hay abundante caldo de cultivo revolucionario! (Aplausos.)

¿Qué es Cuba?  Cuba es el ejemplo, Cuba es la idea.  La fuerza de Cuba es la fuerza de sus ideas revolucionarias, la fuerza de su ejemplo (Aplausos).  Y, desde luego, ¿cómo se pueden aislar las ideas?

Claro está que los imperialistas gastan miles de millones en propaganda.   Pero es que el hambre, la explotación, la miseria, es un hecho tan real frente a las mentiras de los imperialistas, que toda su propaganda no les valdrá de nada.

Así, los imperialistas han estado escenificando en América Latina hechos bochornosos.  Ejemplos:  las elecciones en Nicaragua con un solo candidato, las elecciones en Paraguay con un solo candidato.  Es la democracia representativa del monocandidato (Risas).

¿Qué ejemplo, qué fuerza pueden tener esas ideas ante un continente que sabe que al Somoza (padre) lo instalaron allí los marinos yankis hace 30 años, que el Somoza (hijo) heredó la colonia de su padre, y el secretario de los Somoza es el monocandidato del imperialismo?           ¿A quién pueden conquistar con eso?  Desde luego, ese heredero del Somoza (padre) y que heredó la presidencia en el oprimido pueblo de Nicaragua cuando una mano justiciera castigó al tirano, se tomó en días pasados —mientras se escenificaba esa farsa— la libertad de hacer una declaración diciendo que se iba a dedicar a organizar una expedición contra Cuba, siendo presidente de ese país.

Ellos pueden declarar esas cosas tranquilamente, y el Departamento de Estado sonríe, los imperialistas yankis sonríen, su prensa les dedica un editorial. ¡Ah, si Cuba declarara que  se va a dedicar a organizar una expedición contra cualquiera de esos tiranuelos, qué escandalera universal, qué movilización de fuerzas, cuántas reuniones en la OEA y en el State Departament y en el Pentágono!  Es decir, ellos pueden declarar esas cosas tranquilamente, mientras nos acusan a nosotros de subvertir; ya no hablan ni de subversión, sino de expediciones.

¡No, señores imperialistas.  Nosotros sabemos lo que somos y sabemos que somos una idea y que tenemos la fuerza de una idea, idea que ustedes —señores imperialistas— no podrán derrotar! (Aplausos).

Y nuestra columna marcha en esa ardorosa lucha, nuestra columna marcha por los firmes de la historia.  Es verdad que de esa columna, cuando vieron que la lucha era dura, hubo unos cuantos que pidieron permiso.  Pero esos, esos que pidieron permiso, son los cobardes, los vendepatrias; esos no pueden marchar con la columna de su pueblo y de su patria por los firmes de la historia, porque esos caminos solo los pueden recorrer los que tienen condiciones, los que tienen calidad.

Y es precisamente la vanguardia de esa columna lo que estamos organizando, y es precisamente la vanguardia de esa columna la que se reúne aquí esta noche (Aplausos prolongados).

Y volviendo a recordar nuestra experiencia de los años de lucha en las montañas, nosotros siempre nos preocupábamos mucho por nuestra vanguardia, y la vanguardia de nuestra columna tenía tareas muy especiales y muy importantes:  la primera unidad en chocar con el enemigo si se emboscaba en los caminos, cuidar la ruta, montar guardia permanentemente.  ¡Y así, en el pelotón de la vanguardia de nuestra columna, estaba Camilo!  (Aplausos.)

Y eso es el Partido:  la vanguardia.  Y por eso nos esforzamos en que esa vanguardia esté integrada por los mejores revolucionarios.

En una reunión como esta, compañeros, de muchas cosas podría hablarse; son tantas y tantas las cuestiones de interés, son tantos y tantos los frentes de lucha y es tan ardorosa esa lucha, que muchos temas podrían ocupar nuestra atención, porque estamos en el fragor de la lucha contra los imperialistas, estamos en lo profundo de esta histórica batalla, de esta larga batalla.

Pero hay algunas cosas, cuestiones de conceptos, que en la reunión de hoy es necesario aclarar, ciertas cuestiones fundamentales de conceptos que es necesario exponer para la marcha del esfuerzo de la organización de nuestro Partido.

Se ha marchado despacio, pero se ha ido realizando un buen trabajo.  Algunos se impacientan, algunos se preguntan:  “¿Cuándo vamos a organizar el Partido aquí, allá?”  Algunos dicen:  “Si tuviéramos organizado el Partido podríamos resolver aquí tales problemas en algunas instituciones, en algunos frentes de trabajo.”  ¡Y es verdad!  Pero también es verdad que la cuestión fundamental no es tener organizado el Partido, sino organizarlo bien, ¡organizarlo bien!

Nos hemos propuesto que la tarea de organización se realice a cabalidad y se haga un trabajo de la mejor calidad.

Los días de la Crisis de Octubre, y los problemas subsiguientes, en cierto sentido interrumpió este trabajo de organización, lo retardó algo.   Sin embargo, ha marchado, ha marchado lento, pero seguro; despacio, pero bien.  Hemos empezado por los centros de trabajo, hemos empezado por las fábricas, por los centros proletarios.  Ya se han ido realizando trabajos en otros frentes.  Pero prueba del trabajo realizado, cuyos métodos ustedes los conocen, es que hay ya —en los núcleos organizados de las provincias occidentales— 10 000 militantes aproximadamente del Partido Unido de la Revolución Socialista (Aplausos).

En la provincia de Oriente ya se ha extendido el esfuerzo de organización a otro sector:  a las montañas.  ¿Y qué método se ha empleado allí?  ¿Qué método han empleado los compañeros de Oriente?

En las montañas de Oriente la Revolución tiene 30 000 milicianos organizados y entrenados (Aplausos), obreros agrícolas y campesinos pobres fundamentalmente, de una composición social realmente revolucionaria.

¿Cómo han organizado los compañeros de Oriente el Partido en las montañas?  Lo han organizado en las compañías serranas. Como cada zona tiene su unidad militar de milicianos, la base fundamental para organizar el Partido en las montañas ha sido esas compañías, donde también en asambleas se ha discutido el mérito y la calidad de los compañeros llamados a formar parte del Partido, con excelentes resultados.

Hemos avanzado y, sin embargo, nos queda un largo trecho. Tenemos que organizar el Partido en la administración, tenemos que organizar el Partido en el campo, tenemos que organizar el Partido en los barrios, y tenemos que organizar el Partido en nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (Aplausos).

Pero hemos comenzado bien:  hemos ido a los centros proletarios, hemos aplicado un método de masas, y hemos descubierto y reclutado para esa vanguardia revolucionaria infinidad de valores, nuevos valores, porque en esa vanguardia tiene que estar lo mejor de la patria, los hijos más abnegados, firmes y valerosos de la patria (Aplausos).  Y aunque vayamos despacio, no importa, con tal de que apliquemos un método correcto y con tal de que al final podamos decir que contamos con un formidable Partido, un Partido que esté a la altura de la tarea histórica de nuestro pueblo y de nuestra Revolución (Aplausos).

Y así llegaremos a todos los sectores. Y cuando esté organizado, tendrá el apoyo de las masas, porque las masas sabrán quiénes son los que integran su vanguardia.  Y detrás de esa vanguardia marchará el pueblo; y con esa vanguardia organizada estaremos en mejores condiciones de librar nuestra batalla; y a esa vanguardia hay que defenderla, no solo organizarla, sino defenderla.

En una serie de discursos, que han sido recogidos por nuestra Comisión de Orientación Revolucionaria, hemos expuesto una serie de ideas acerca del papel del Partido y, al mismo tiempo también, todas las críticas que se hicieron oportunamente acerca de vicios, de métodos erróneos.  Pero siempre hay cosas nuevas.  Un vicio que fue necesario combatir fue el vicio de llevarse los cuadros políticos y los cuadros de las organizaciones de masas para la administración.  ¿Había un buen dirigente sindical?  Pues bien, terminaba en un consolidado; ¿había un buen cuadro político? Terminaba en una administración.  Resultado:  la anemia progresiva del aparato político y de las organizaciones de masas. La administración sin duda que es muy importante, pero más importante que la administración es el Partido (Aplausos).

Se planteó que el Partido desarrolla sus cuadros y defiende sus cuadros, y la administración desarrolla sus cuadros, ayudada por el Partido.

Estas cuestiones son fundamentales.  Un buen cuadro político no se le debe quitar al Partido; un buen cuadro de las organizaciones de masas no se les debe quitar a las organizaciones de masas, porque si no, siempre tendremos débiles aparatos con esa política.  Esa podía llamarse la política del “culto a la administración”.

Esto independientemente, compañeros, que convertía al Partido en un trampolín y, por lo tanto, creábamos el caldo de cultivo —repito la palabra— del oportunismo, puesto que si cada vez que se iba a seleccionar un administrador, un trabajo mejor remunerado, tenía que salir de allí del núcleo y este se convertía en el camino, íbamos a tener los oportunistas a las puertas del núcleo, como un camino cómodo para mejorar.

¿Cómo nos libraremos de los oportunistas?  Cuando el núcleo entrañe, al mismo tiempo que una gran responsabilidad y un gran honor, un puesto de sacrificio (Aplausos).

En aquella ocasión nosotros planteamos que la organización política se estaba convirtiendo en una especie de coyunda, porque no era solo el trampolín para la administración sino, al mismo tiempo, una intervención constante en la administración, una suplantación constante de la administración.

El núcleo pretendía, o el secretario del núcleo pretendía sustituir al administrador, sustituirlo no en el cargo sino dictaminarle lo que tenía que hacer; y nosotros planteamos que la administración era responsable y que para exigírsele responsabilidad debía tener atribuciones. Eso era muy correcto.

¿Pero qué ocurrió? ¿Qué ha ocurrido en este proceso, una vez que se aclaró ese problema y se aclaró de una manera correcta, cuando se estableció cuáles eran las funciones del núcleo?  Que algunas administraciones pretendieron convertirse en coyundas del Partido.  Es decir, aplicarle al Partido métodos también equivocados. ¿Con malas intenciones?  No. ¿Por tener un mal concepto de los núcleos?  No. Lo curioso es que era por todo lo contrario:  por tener un buen concepto de los núcleos.

Nuestras comisiones llegaban a un centro de trabajo, organizaban un núcleo, y a los pocos días el administrador de la empresa o del consolidado sacaba un obrero de aquel núcleo y lo mandaba de jefe de una unidad, y le daba tal cargo; y empezaron a desbaratar núcleos. Entonces, nosotros discutimos, y se estableció que los administradores no podían disponer de un miembro del Partido de esa forma, ni para nombrarlo administrador ni para trasladarlo, sin discutirlo con la seccional (Aplausos).

Es decir que en una ocasión fue necesario defender la administración contra métodos erróneos, y ahora hay que defender al Partido contra métodos erróneos de la administración.  ¡Bonita cosa!, y además hecha con gran cariño, y en virtud de ese gran cariño haciéndonos un gran daño.  Por aquí tengo la lista —no la voy a leer porque es muy larga— de administradores que se llevaron a los del núcleo; y aquí estamos hablando para los administradores, no solo para los compañeros del Partido, que los compañeros del núcleo no pueden ser ni ascendidos a otro trabajo fuera de su centro, ni trasladados sin discutir con el Partido (Aplausos).

De los administradores hay que defenderse, incluso de los buenos administradores, a veces por ser, incluso, demasiado buenos.  Aquí hay que defender a muchos frentes de trabajo de otros frentes de trabajo.

Quizás ustedes no se imaginen cuánta lucha tenemos que librar. Aquí hay empresas que tratan de llevarse empleados de otras empresas del Estado, del Estado socialista.  Y se encuentran un buen técnico, un buen contador, cualquier cosa, entonces le ofrecen un sueldo mejor.  Eso se llama piratería de técnicos y de obreros.

Hay empresas que practican esa piratería —ese es uno de los problemas—, y no solo le piratean al Partido un militante, a veces le piratean a otra empresa un técnico. ¿Qué otro acto de piratería realizan algunas empresas?  Uno que realmente nos duele mucho, pero mucho: piratean estudiantes y quieren llevarse a los estudiantes de una escuela técnica, o de una secundaria.  La Revolución, por un lado, haciendo un enorme esfuerzo en la educación para preparar técnicos, y un administrador que se lleva un estudiante de una escuela tecnológica.

Hacemos una escuela de pescadores para preparar a los futuros navegantes con una técnica mucho más moderna, los futuros tripulantes de barcos que tendrán una capacidad de producción incomparablemente mayor, y cuando se van de vacaciones hay administradores de cooperativas pesqueras que contratan a algunos de esos estudiantes, por lo general a los mejores.  Pirateo de estudiantes.

Todos estos actos de piratería dentro del Estado socialista nos obligan a tomar medidas:  Tenemos que proteger a los estudiantes.  Se ha dado el caso de llegar una madre muy disgustada, muy triste, porque a su hijo que estaba en una beca le han ofrecido un trabajo de ciento y tantos pesos y se fue de la beca.

Estamos estudiando una ley para prohibir la contratación de estudiantes (Aplausos), de estudiantes secundarios, tecnológicos, incluso de primer y segundo años universitarios.

¿Qué descubrimos?  De 500 estudiantes de primer año de tecnología, 300 trabajando con un sueldo promedio de 180 pesos, porque algunas empresas pagan, pagan duro.  Y poner limitaciones a la contratación cuando están en los demás años universitarios.

¿Qué hemos hecho ahora con los estudiantes de medicina? Subsidiar a los que estaban trabajando para que pudieran disponer de todo su tiempo para estudiar; y, por otro lado, nos llevan a los estudiantes a trabajar.

Son una serie de cuestiones que tienen que ver con la educación. Claro que estamos en una etapa de tránsito.  En el futuro tendremos que complementar la docencia con el trabajo, pero trabajo como parte de la docencia.  Y entonces considerar los casos especiales en que se le pueda presentar una verdadera necesidad a un joven de trabajar, porque hay casos de compañeros que tienen el infortunio de perder el padre y se tienen que responsabilizar con la familia; estudiar esos casos. ¿Que es un buen estudiante, un estudiante que el país tiene interés en que se prepare?  Ayudarlo de alguna manera y que siga estudiando (Aplausos). ¿Que no es un estudiante muy destacado pero tiene necesidad? Se le puede autorizar. Todas esas cosas organizadas.

Creo que era imprescindible ponerle el Año de la Organización a este; no es porque no hayamos avanzado en organización, sino porque tenemos muchas cosas que organizar:  el problema de los empleos, del control de los empleos. Tenemos dos males:  uno, el empleo por la libre; otro, las trabazones todavía, las imperfecciones de nuestro aparato encargado de organizar el control de los empleos.  Y estamos estudiando, precisamente, cómo establecer un método flexible, práctico, que implique algún control y, al mismo tiempo, no se convierta en un control excesivo. Un método flexible, pero se dan todos esos casos.

Nosotros hemos discutido con los compañeros jóvenes comunistas también un método, a nuestro entender erróneo.  En primer lugar, el número de cuadros en la organización juvenil en la provincia de La Habana eran 600; los del Partido doscientos y tantos.  Un número realmente desproporcionado de cuadros en la organización juvenil.  Eso es erróneo. Pero, sin embargo, había algo que nos preocupó más, realizado también con magníficas intenciones, pero equivocado.  ¿Qué era?  El reclutamiento para cuadros de la juventud de los mejores estudiantes, de donde en un centro hacían joven comunista a un gran muchacho, pero al mismo tiempo se lo llevaban después para convertirlo en cuadro.  La intención es muy buena, pero el método —a nuestro juicio— equivocado.

Lo que tiene que hacer un joven antes que nada es prepararse, adquirir una capacidad para prestar servicios útiles a su país o producir bienes materiales.  Cómo vamos a convertir a un joven de 16 años en cuadro profesional, sin que llegue nunca a ser trabajador, sin que llegue a saber, a adquirir una capacidad para producir, o para servir a su país.  Y si resulta que al cabo de dos años se considera que no es bueno para cuadro político, entonces no es cuadro político, ni tiene capacidad alguna para servir al país.  Y, además, ¿cómo vamos a convertir a un joven en un cuadro profesional a los 16 ó 17 años?  No puede ser.  Y la primera obligación del joven es capacitarse, prepararse, que sea joven comunista, que sea un cuadro de los jóvenes comunistas, pero que siga en el centro de estudio y, además, que estudie —no sea que se pase todo el día en reuniones—, que estudie y que se desarrolle como técnico; después que se desarrolle como obrero, que deben ser los requisitos indispensables para ser un cuadro de los jóvenes y del Partido en el futuro. ¿Por qué lo vamos a frustrar? (Aplausos.)

Según nuestra opinión, a esos jóvenes les estaríamos haciendo un gran daño.  Por eso hay que defender también a esos buenos estudiantes de ese método.  Y el número de cuadros profesionales, tanto del Partido como de las organizaciones de masas, debe ser el mínimo, porque mientras más a consumir y menos a producir, menos bienes materiales para el país.

Los cuadros son imprescindibles; las organizaciones, y, sobre todo, el Partido, los necesitan. Pero debe siempre seguirse el criterio de tener el mínimo de cuadros para el trabajo de las organizaciones de masas y para el Partido, porque tenemos muchas organizaciones de masas.

Si hipertrofiamos la institución del cuadro profesional, les estaremos haciendo un daño a las organizaciones y le estaremos haciendo un daño al país.  Ese es el criterio que debemos seguir.

Hay ciertos problemas que se han suscitado, porque mientras hemos estado en este período de reorganización, naturalmente que el Partido no ha podido estar asumiendo las tareas que le corresponden, y ha habido cierta tendencia a la autodeterminación de las organizaciones de masas. Y esta cuestión debe comprenderse bien.

Nosotros hemos dicho que el Partido gobierna, pero el Partido no gobierna en todos los niveles.  El Partido gobierna a través de su dirección nacional, y por medio de la administración pública. Es decir que el Partido, a nivel provincial, no puede tomar una decisión que se refiera a una organización administrativa o de producción de carácter nacional.  No puede el Partido en la provincia alterar la decisión de un ministerio; puede discutir, puede plantearle al ministro correspondiente, por medio del Partido o directamente, un punto de vista.

La administración pública es un aparato de la vanguardia revolucionaria.  El Partido dirige las organizaciones de masas en los distintos niveles, es decir, dirige nacionalmente.  Y en las provincias el Partido dirige también las organizaciones de masas, sin interferir las funciones de tipo nacional, que se le asigne nacionalmente a una organización de masa, sin desconocer a la organización de masa, ni a la jerarquía dentro de la organización.

Se daba el caso, por ejemplo, que en un municipio el Partido consideraba que un cuadro de una organización de masa no era bueno, y sin contar con la organización de masa sustituía al cuadro.  El Partido debe discutir con la organización de masa, al nivel local o al nivel superior, pero no debe suplantar.

Ahora, el Partido dirige en esa localidad, para las tareas que le correspondan al partido, a las organizaciones de masas y fiscaliza su trabajo a nivel local y a nivel provincial y a nivel nacional.  Ahora bien, el Partido procura que las organizaciones de masas se desarrollen; no raquitiza las organizaciones de masas, no las anemiza, no las disminuye, sino que procura su desarrollo.

Igual ocurre con la administración pública.  El Partido ayuda a la administración, trata de hacer desarrollar sus cuadros, y los cuadros administrativos.  A veces un buen administrador requiere características distintas de un buen cuadro político.  Por eso es erróneo.

¿Qué hacen los capitalistas?  Los capitalistas, velando por sus intereses, tratan de escoger entre la gente que conocen, y a veces de entre los mismos obreros, a aquel que tenga determinados requisitos que a él le interesan.  Desde luego, hay una cuestión, y es que en el capitalismo muy desarrollado, es decir, en su fase imperialista, como dice Lenin, ya la producción es social, aunque la apropiación es individual. ¿Qué quiere decir?  Que ya operan a través de enormes empresas.

Cualquier empresa monopolista desarrollada tiene cientos de miles de obreros; no se diferencia de una empresa socialista más que en una cosa:  que la empresa monopolista es propiedad privada de un grupo de individuos, y la gran empresa estatal es propiedad del pueblo, es nacional, no es privada.

Nadie crea que hoy los capitalistas, ellos mismos, dirigen directamente sus empresas; tienen empleados, los capitalistas están paseando por Europa, por los casinos, gastando el dinero.  Los accionistas, los grandes accionistas ni siquiera ven las fábricas.  No crean ustedes nunca que los accionistas de la United Fruit venían a ver cómo molía el antiguo central “Preston”.  Ellos nunca venían a Cuba; ellos tenían administradores.

El pueblo debe tener sus administradores, y buenos administradores, administradores responsables. Tiene que saberlos escoger de entre la masa de los trabajadores, por sus cualidades (Aplausos).  El Partido no suplanta a la administración pública, sino que la ayuda, la apoya; facilita el desarrollo de sus cuadros.  El Partido no debe sustituir la función ni de la administración ni de las organizaciones de masas.

Y eso es muy importante, que tengamos estas ideas claras, porque si no se produce la suplantación y la consiguiente anemización de esas organizaciones.  Y el Partido no administra directamente.  Es la vanguardia, la organización que reúne a los obreros más avanzados, más revolucionarios; la espina dorsal de la Revolución.

Si un secretario de una seccional se dedica a administrar, a realizar funciones que corresponden a la administración, abandona el Partido, las tareas que tiene que realizar dentro del Partido incesantemente.  Y la más importante tarea es la política, no se olviden de eso.  La experiencia nos lo enseña en todas partes.

A veces en una zona se ha hecho un gran esfuerzo de trabajo, de desarrollo económico; no hay un buen aparato político, y la zona es débil.   Y dondequiera vemos incesantemente que hace falta el revolucionario, que hace falta la organización política.  Y donde hay una buena organización política todo marcha.

Ahora, nosotros no podemos permitirnos el lujo de no tener una buena organización política en cualquier rincón del país.  Y el cuadro político está siempre alerta, estudiando, analizando, explicando.  ¿Que hay un problema que no se puede resolver?  Se explica, se le explica a la masa, porque el pueblo entiende.

¿Qué les va a pedir el pueblo a los revolucionarios?  ¿Que hagan lo que no pueden?  ¡No!  Les pedirá que hagan lo que sí pueden. Y cuando al pueblo se le explica una dificultad razonada, justa, lo entienden las masas inmediatamente.

Y el cuadro político debe estar para resolver lo que se pueda resolver, para explicar lo que no se pueda resolver, para gestionar, para hablar, para alertar.  Si en un rincón del país hay una mala distribución, o una mala producción, o cualquier problema, la dirección política no tiene que enterarse porque venga un vecino de allí y lo diga.  Para eso está el Partido, ojo atento a todos los problemas, trabajando con las masas, impulsando todo lo que pueda impulsar, explicando, resolviendo, gestionando, advirtiendo a los organismos superiores.

Y por eso la función del aparato político de la Revolución es fundamental.  Pero ese aparato es un aparato que es producto de la selección, es una organización de selección; no es cuestión de cantidad, sino de calidad.  Y si no es una cuestión de números, sino de calidad, ¿cómo van a mover a las masas?  Precisamente, a través de las organizaciones de masas, porque nosotros hemos desarrollado poderosas organizaciones de masas.

He ahí el interés del Partido en que las organizaciones de masas se desarrollen, porque el Partido se apoya en las organizaciones de masas, y por eso procura que las organizaciones de masas estén bien, que funcionen bien los sindicatos, la Federación de Mujeres, los Comités de Defensa, los estudiantes, las organizaciones campesinas, porque se apoya en esas organizaciones para su trabajo.  Si una organización está débil, el Partido tendrá un brazo débil.

Los jóvenes, ¿qué son?  ¿Una organización de masa?  No, son también una organización de selección; los jóvenes son la organización donde se preparan los futuros militantes del Partido.  Luego, los jóvenes no son autónomos, tienen su organización nacional, sus tareas nacionales, pero el Partido a nivel provincial, a nivel local, fiscaliza el trabajo de los jóvenes y dirige el trabajo de los jóvenes.

Porque es lógico que sea así, puesto que la máxima autoridad política es el Partido con las organizaciones de masas, y con  tanta mayor razón con respecto a los jóvenes. Los jóvenes se disgustan, son un poco celosos de sus prerrogativas, protestan, discuten.  Pero, bueno, al fin y al cabo, ¿quién puede decir aquí que es más viejo que los demás o más joven que los demás?  En definitiva, esta Revolución es joven.  No podemos crear un grupo aparte, exclusivo (Aplausos).

Estas cuestiones de conceptos hay que aclararlas bien.  Muchas veces más tendremos que discutir sobre todos estos problemas.

¿Qué hemos procurado hacer?  Hemos procurado ir despacio, ensayar, no inventar métodos en un buró y después llevarlos a una realidad a la cual no se ajusta.  Hemos procurado aprender del trabajo diario.  La Revolución tiene muchos asuntos que resolver todavía, muchas cosas; nuestra Revolución ha procurado no ser formalista.  ¿Qué quiero decir?  No resolver las cosas por razones meramente formales, sino atender las realidades, y que cada institución y cada forma responda a las realidades.

¿Qué tareas nos quedan por delante?  Infinidad de tareas.  Por ejemplo:  el poder local. La Revolución tiene que organizar el poder local, es importantísimo, y eso no está resuelto.  Hay que resolverlo.

¿Cómo lo vamos a hacer'?  ¿Se van a sentar un grupo de juristas y de filósofos a discutir cómo debe estar organizado el poder local, hacer una ley y decretarla?  No.  Estamos haciendo un ensayo.  Y el Partido en la provincia de La Habana, en el término municipal de Güines, está realizando un ensayo de organización de poder local, estructura, formas de elección; lo vamos a hacer en una localidad.  ¿Para qué?  Para ver sus defectos, para mejorarlo, y con la experiencia que obtengamos irlo aplicando a otras regiones.  De manera que esas organizaciones respondan a las realidades y no a las ideas subjetivas, que no salgan de la cabeza de nadie, sino que salgan de la realidad.  Y la realidad enseña, ustedes lo saben por experiencia.

Ocurría a veces, como el caso de Baracoa, donde el INIT tenía un bar.  Entonces, desde luego, no sé si allí o en otro lugar, porque no quiero hacer ninguna imputación de la que no esté muy seguro..., pero no sé si era en Baracoa, o el administrador de otro bar en otro lugar solitario, que estaba borracho todo el día.  Entonces, nadie tenía que ver con eso.  El INIT estaba en La Habana, ninguna autoridad local podía decidir nada. Hay una serie de empresas artesanales que no se pueden meter en un consolidado, porque los consolidados a veces son barriles sin fondo donde se pierden las empresas artesanales (Aplausos).

Hay que tener en cuenta el consolidado la función que llena, en qué tipo de empresa.  Consolidado de industria azucarera, perfecto, porque es un tipo de gran empresa, que tiene una serie de problemas técnicos similares. Pero ahora resulta que una fabriquita de ladrillo, un “timbiriche”, un puesto de fruta —porque en este país había muchas empresas artesanales correspondientes a su estado de subdesarrollo—... Naturalmente que las empresas artesanales de zapatos, de confecciones, de tabaco, van desapareciendo producto de la racionalización.  Que, por cierto, al racionalizar esas empresas, hay 40 000 obreros disponibles para otras industrias; que el Ministerio de Industrias tiene un plan de preparación tecnológica de esos obreros, y que serán los que empezarán a ocupar los puestos en las nuevas industrias que se están construyendo. Eso es muy correcto.  Pero la racionalización deja 40 000 obreros libres para otras industrias, 40 000 obreros, porque el trabajo que ellos hacían en un “chinchalito” lo hace una máquina, lo hace una fábrica más moderna.

Pues hay infinidad de “chinchales” todavía.  Que se fue un bodeguero de tal pueblecito, entonces lo metieron en un consolidado de esos.  Otra cosa, Varadero.  Allí había 12 consolidados mandando. Entonces se hizo un combinado, es decir, una sola autoridad que tuviera autoridad sobre todas las empresas, porque si no había 12 autoridades con mandos, con jurisdicción superior en la capital.

Son una serie de cosas que la vida práctica nos tiene que ir enseñando cómo resolverlas de manera inteligente y de manera correcta. Entonces, nosotros estamos haciendo un experimento. ¿Qué vamos a poner allí?  Las empresas pequeñas:  un cine, un bar, una cafetería, una empresa pequeña, administrados por la localidad; no las fábricas grandes. Y, desde luego, estando conscientes de que este tipo de empresa desaparecerá con el desarrollo; y, entonces, en vez de 20 “timbiriches” habrá un gran centro o dos centros grandes, que pueden ser administrados de otra manera.  Y no para desarrollar esas empresas artesanales, sino para administrar las que hay y que prestan algún servicio.

Se cae un poste eléctrico, atraviesa una calle en un pueblecito, y no hay quién resuelva el problema, porque no hay ninguna autoridad allí. ¿De quién es eso?  De obras públicas, pero es que tiene que haber un poder local y una organización local que atienda los problemas y los intereses de la localidad y, al mismo tiempo, administre esas empresas de tipo artesanal (Aplausos).

Similares medidas se están tomando en las montañas, sobre todo en las montañas de Oriente, y se van a organizar los JUCEI de las montañas, que van a atender ciertos servicios que solo los puede atender un organismo que esté allí mismo y que el nivel de decisión esté allí.

Porque se cae un palo por donde los guajiros atraviesan un río, y no nos vamos a poner a esperar que la Junta de Planificación decida cuándo hay que poner el palo aquel otra vez allí (Aplausos).  Porque, señores, yo he visto que hay organismos nacionales que ni siquiera saben que una región existe a veces; y a veces se queda un rincón olvidado del mundo.

Ejemplo:  Pilón, en Oriente.  Tenía un matadero, pero consolidaron los mataderos y lo llevaron para Niquero; tenía una cooperativa pesquera, pero consolidaron la cooperativa y se la llevaron para Manzanillo; tenía almacenes, pero consolidaron los almacenes y se los llevaron no sé para dónde.  Entonces allí no había ni matadero, ni cooperativa, ni nada; olvidado el pueblo por allá.  Entonces nos enteramos.  ¿Por quién?  En este caso no nos enteramos por el Partido, es la realidad.  Cuando llamamos a los compañeros del Partido, nos dijeron:  “Ahora estamos discutiendo eso.”  Pero llegó la noticia aquí primero por compañeros que habían ido de visita, que por el Partido; e inmediatamente los compañeros mandaron dos cuadros políticos allí para que impulsaran el deporte, atendieran todos los problemas, porque se queda un lugar olvidado... De ahí la importancia de que exista el Partido en todas las localidades, organizaciones para atender problemas locales.

¿Qué les quiero decir con esto?  Que hay muchas cosas por organizar.  Es una suerte que no lo hayamos organizado, porque para haberlo organizado desde un buró, sin saber las realidades, que después se hace una ley, y cuando se va a aplicar en la realidad encuentra mil problemas, porque no se ajusta a las realidades.

Tenemos que organizar el Estado socialista, la primera constitución de nuestro Estado socialista (Aplausos).  Podíamos haber llenado ese vacío con un acto formal, una constitución formal.  No queremos eso.  Por eso tenemos que organizar el Partido primero que nada, y después la organización del poder local y de todas las lagunas que nuestra Revolución está por llenar y que no ha podido llenar en cuatro años; mas cuando aquí todo el mundo ha tenido que invertir un buen tiempo en aprender a ser miliciano, entrenarse, estar en la trinchera, hemos tenido que vivir...  El imperialismo nos impuso la necesidad de armarnos para existir; hemos tenido que defender la existencia. Y, claro, hemos tenido que dedicar a eso recursos, energías, hombres.

Ahora mismo tenemos un problema, una enorme cantidad de equipos, magníficos equipos que tenemos —ustedes vieron algunos desfilar por allí—, pues tenemos que encontrar el personal técnico.             A veces se necesita un bachiller, y entonces no sabemos qué hacer, si sacarlo de una escuela tecnológica.  Entonces, si lo sacamos de la escuela tecnológica,  ¿cómo nos las arreglamos para que forme parte de aquella unidad y, al mismo tiempo, pueda seguir estudiando?  Buscar la unidad de los contrarios de una manera dialéctica, esos son problemas que se nos presentan todos los días.

Necesitamos un buen técnico para que maneje un cohete tierra-aire, pero, al mismo tiempo, tenemos que sacarlo de una escuela.  Nos duele perder un técnico, ¿qué hacer?  Entonces, hay que buscar una fórmula que solucione y satisfaga las dos aspiraciones.

Y sobre todo, no estamos pensando, compañeros, para ahora, estamos pensando para mañana. Y una de las cosas que quiero decirles de corazón a ustedes aquí, es que no pensemos en el presente, el presente es de lucha; hay que trabajar para el futuro (Aplausos).  Los revolucionarios tienen sus ojos puestos en el futuro.  Lenin y sus compañeros de revolución, cuando comenzaron la lucha en la Unión Soviética, allí no se fabricaba ni un tractor en aquella época, posiblemente no tenían ni un avión.  Pero fueron los que crearon la posibilidad de todo lo que hoy tienen.  No llegaron a ver los sputniks, ni una estación o una nave rumbo a Marte, pero trabajaron para eso.

Los revolucionarios —y aquí estamos entre revolucionarios— trabajamos para el futuro.  Por eso nos preocupamos tanto por preparar maestros, por preparar técnicos. Y hacemos la lucha.

Sabemos nuestras deficiencias —hay que saberlo— el valor de saberlo y de verlas, y de luchar contra ellas.  Claro, el enemigo trata de aprovecharse de las deficiencias.  Al enemigo hay que decirle:  “Usted no tiene derecho a criticar.”  Puede criticar el revolucionario, que está luchando por hacer esta patria mejor (Aplausos).  La gusanera contrarrevolucionaria (Abucheos), cuando critica, critica por hacer daño a la Revolución.

No olviden ustedes que una de las razones por las que les decía que una revolución es un proceso muy difícil es porque la lucha seria comienza cuando, precisamente, el proletariado está en el poder.  Entonces, las clases que monopolizaban el dinero, la cultura, pues, se valen de todos los medios, incluso de todos los vicios que crearon.  Los lumpen —por ejemplo—, que son producto de esa sociedad, terminan en contrarrevolucionarios.  Que, muchas veces se dice, ¿quiénes integraban esa banda?  Se encuentra elemento lumpen.

El capitalismo dejó todo tipo de vicio, juego, jugadores de todas clases, gente vaga, holgazana, por dondequiera.  Luego, usted llega a un pueblito y se encuentra a 10 mozalbetes jugando billar allí.  ¿De qué viven?  ¡De su papá!  Y unos cuantos pepillos hijos de burgueses; no hacen nada.  Porque el caldo de cultivo del vicioso es el capitalismo.  Bajo el capitalismo el jugador está bien, el mariguanero está bien, el vago está bien.  Ese es su medio.  El proxeneta y toda esa clase de elemento...

Vino la Revolución y, como les priva de su manera de vivir, reaccionan como los latifundistas.  Pero eso no es solo.  No olviden que los monopolios imperialistas trataban de sembrar su ideología en ciertos tipos de empleados privilegiados que tenían con ellos.  No solo está en el lumpen el apoyo de la reacción y de la contrarrevolución cuando intenta aplastar a las revoluciones proletarias, no solo está en los grandes burgueses; está en cierto tipo de privilegiados, en el lumpen, en el pensamiento pequeño burgués.  Porque hay gente que no rebasa el marco ideológico de su clase.  Hay gente que lo rebasa, y así hay muchos que lo han rebasado y que son magníficos luchadores revolucionarios.

Pero el enemigo del proletariado se apoya en todos esos  sectores, desde el proxeneta hasta el gran burgués, el vago, el vicioso; toda esa gente son reclutadas por la contrarrevolución y están en todas partes aprovechándolo todo.

Por eso el revolucionario tiene que estar también en todas partes, luchando contra todos los vicios (Aplausos), haciéndoles frente sin temor a los reaccionarios, y combatiéndolos en los frentes que sean necesarios, lo mismo en la discusión que en el campo de batalla, ¡venciendo contra ellos! (Aplausos)  Al revolucionario no le atemoriza la lucha porque es en la lucha donde se desarrollan los combatientes.

Y, volviendo a recordar nuestra experiencia de la guerra, nuestros oficiales, nuestros jefes, se hacían en la acción, en la lucha.

Si el imperialismo quiere presentar batalla, movilizar su gusanera, promover la subversión, no importa.  Eso tiene también una virtud y es que vigoriza al revolucionario, lo enardece, le despierta su espíritu de pelea. Y eso lo hemos visto una y mil veces:  una unidad que está sin hacer nada, que apenas viene un enemigo se porta distinto, reacciona distinto.  La Revolución necesita al enemigo, el proletariado no rehuye al enemigo, necesita al enemigo (Aplausos).  El revolucionario para desarrollarse necesita su antítesis, que es el contrarrevolucionario (Aplausos). Y ese es el espíritu que deben tener los revolucionarios.

Seguro que en las masas están los valores, que la columna es grande, que la columna es poderosa, que la columna del pueblo en marcha es invencible.  Cualesquiera que sean los obstáculos, nosotros sabemos que los tenemos; cualesquiera que sean nuestras deficiencias, sabemos que las tenemos, muchas cosas por superar en todos los campos.

Y en el campo de la producción, es verdad que se nota el esfuerzo de la organización en nuestros frentes de la producción, se nota.  Estamos avanzando, pero sabemos que hay que avanzar mucho más, que hay que resolver muchos problemas, los problemas relacionados con las normas de trabajo, con las escalas de salario, con un sinnúmero de cosas para las cuales hay que trabajar duro y buscar fórmulas adecuadas, fórmulas inteligentes, todas las que conduzcan al desarrollo de nuestra economía, al aumento de nuestra productividad, a la seriedad de nuestro trabajo, a la calidad de nuestro trabajo.  Lo sabemos, son muchas pero podemos afrontarlas, podemos resolverlas.

Y, ¿que las tenemos que resolver bajo la “espada de Damocles” de los imperialistas?  Bien, no importa.  Mejor, más honra, más gloria para nuestro pueblo, más influencia.  Porque una de las cosas que más hace influir a Cuba es que tiene una antítesis tan grande como los imperialistas y, sin embargo, no pueden contra ella. Y los pueblos de América Latina se preguntan: ¿Por qué, por qué?  (Aplausos.)

Compañeros y compañeras:  estas cuestiones no abarcan todos los temas, ni muchas cosas más que son de interés para los militantes revolucionarios, pero eran cuestiones esenciales que no queríamos perder la ocasión, en el día de hoy, de expresarlas.

Quiero hacer —para finalizar— una breve incursión en el campo de la situación internacional (Aplausos).  Sabido es que los imperialistas intentan, persisten en sus propósitos de destruir nuestro país, nuestra Revolución.  Lo sabemos.  ¿Podemos defendernos?  Sí, eso lo sabemos.

No vamos a hablar de hechos recientes que ustedes han leído en la prensa, entre otras cosas:  el que hayamos sorprendido “in fraganti” a un grupo de piratas (Aplausos) enviados por la CIA; las amenazas de los imperialistas con motivo del reconocimiento que hicieron dos aviones nuestros sobre un barco pesquero que ni siquiera tenía bandera, y que fue reconocido por aviones nuestros buscando los barcos que se habían llevado los piratas, situación —desde luego— que es consecuencia del estado de caos que han creado los imperialistas en nuestros mares, de inseguridad promovida por ellos contra la navegación.  Han cometido infinidad de fechorías, de actos de vandalismo.

Descaradamente, después, publican en Estados Unidos lo que hacen.  Practican la piratería, y cuando nuestro país toma medidas contra ella, salen los imperialistas con sus amenazas cínicas.  Pero yo no sé cuándo van a aprender los imperialistas que no sentimos por ellos ningún respeto, absolutamente ningún respeto (Aplausos).

Desde que nuestro pueblo dijo Patria o Muerte, ya se quedó bien convencido de que sabía que cualesquiera que fuesen las consecuencias de su digna actitud se mantendría en su posición revolucionaria.  Patria o Muerte quiere decir también aquello que dijo Marx a los proletarios cuando les dijo:  “No tienen otra cosa que perder que sus cadenas.”  Y nosotros no teníamos otra cosa que perder que nuestras cadenas (Aplausos).  Y los imperialistas tienen mucho que perder porque tienen un imperio que perder.  Y esta es la lucha entre los que solo pueden perder sus cadenas, cadenas que ya hemos roto y que no estamos dispuestos a que las fundan otra vez sobre nuestros hombros (Aplausos), no estamos dispuestos a que nos aten otra vez con ellas.  Y los imperialistas tienen un imperio que perder, y por eso entendemos que nuestra actitud es por eso más firme y más decidida que la de ellos.

No les tenemos miedo, y creo —creo— que lo saben (Risas), aunque se hacen los bobos (Risas).  Ellos tienen miedo, porque ellos tienen miedo hasta de su propia sombra, y nosotros no sentimos hacia ellos ningún respeto, ningún miedo.

Hoy, al llegar aquí, llegó un cablecito de la UPI —porque tengo dos cables que leer aquí.  El de la UPI dice:

“El secretario de defensa, Robert S. MacNamara, declaró hoy ante la Comisión de Servicios Armados del Senado, que es política de Estados Unidos la eliminación de Cuba tanto del castrismo como del comunismo.” No sé por qué establecen esta diferencia (Aplausos).

Así que “que es política de Estados Unidos”, que esa es la política.

“MacNamara hizo esta declaración al término de cuatro días de sesiones secretas para discutir cuestiones relacionadas con la defensa de la nación.  Parte de sus observaciones fueron reveladas a la prensa por el senador Richard B. Russell, presidente de la aludida comisión.

“Por su parte...” ‘mutilado’, dice aquí el cable.  “En el futuro nuestros aviones devolverán cualquier ataque de que se haga objeto a la navegación norteamericana en aguas internacionales.” Una amenaza.

“El secretario MacNamara dijo, bien aclarado, que seguiremos una política que tendrá por resultado la eliminación de Cuba del castrismo y del comunismo, ocupándonos, al mismo tiempo, de que el comunismo no sea exportado de la isla a otros países de la América Latina.

“Interrogado sobre si MacNamara había discutido los métodos que se utilizarán para llevar a la práctica esa política, Russell respondió que el Secretario de Defensa se refirió a distintas cuestiones específicas.” No dijo cómo.

“Interrogado sobre si MacNamara había discutido los métodos que se utilizarán para llevar a la práctica esa política, Russell respondió que el Secretario de Defensa se refirió a distintas cuestiones específicas.  Pero esas cuestiones son secretas, dijo.” Para nosotros no hay secreto; nosotros sabemos cómo piensan esos bandoleros (Risas).

Entonces dijo:

“Estoy seguro de que nuestros aviones derribarán cualquier aparato de diseño ruso que parezca” —que parezca— “estar atacando nuestra navegación en aguas internacionales” —vean cómo los imperialistas cínicos fabrican esa leyenda— “aun cuando la nacionalidad del buque atacado no sea establecida positivamente de inmediato.”  Es decir, puede ser un buque pirata de los que ellos mandan aquí. Dice: “Y luego empezaremos a preocuparnos sobre si se cometió algún error.”  ¡Habrán oído una declaración más cínica!  ¡Qué cínicos y qué descarados son! Bueno, ¡veremos a cómo tocamos! (Aplausos.)

Todo el mundo sabe —lo sabe todo el mundo, los únicos que pretenden ignorarlo son estos descarados— cuál ha sido la política de Cuba, que Cuba nunca ha realizado actos de hostilidad contra ningún barco, que Cuba nunca ha obstruccionado los mares; ellos son los que han perpetrado todo tipo de vandalismos y fechorías, decenas de barcos nuestros han sido atacados, se han cometido crímenes de todo tipo, vuelan rasantes, provocadoramente, sobre cuanta embarcación surca los mares, embarcaciones desarmadas.  Han cometido todo tipo de violaciones, y luego hacen declaraciones de este tipo, amenazadoras. ¡Siempre con la amenaza, siempre con la amenaza; pero esa amenaza es hija de la impotencia!

Nosotros no amenazamos porque no tenemos necesidad de amenazar, simplemente nos defendemos, y nos defendemos por todos los medios posibles, ¡nos defenderemos por todos los medios posibles! (Aplausos)  ¡Y todo el daño que traten de hacernos, será el daño que trataremos de hacerles a ellos también! (Aplausos.)

No somos nosotros los que provocamos, son ellos; no somos nosotros los que tengamos una guerra contra ellos, sino ellos los que tienen una guerra contra nosotros, guerra cobarde, guerra criminal, guerra bochornosa, guerra histérica, guerra impotente.  Porque los hechos son los hechos, y aquí estamos y estaremos, ¡aquí está y estará este pueblo! (Aplausos.)

Bien:  acabo de leer lo que dijo MacNamara.  Bien, aquí hay otro cable:  lo que dijo en nombre del gobierno soviético el mariscal Rodion Malinovski, ministro de Defensa de la URSS (Aplausos y Exclamaciones de: “¡Fidel, Jruschov, estamos con los dos!”), en un discurso pronunciado con motivo del 45 aniversario de la fundación de las fuerzas armadas soviéticas, cuyo texto será publicado íntegramente en nuestra prensa.

Dice, refiriéndose al problema de Cuba:

“La amenaza de la guerra termonuclear quedó conjurada, pero ello no debe inducirnos a quedarnos tranquilos y menguar la vigilancia.  El imperialismo norteamericano continúa con su pérfida política; él quisiera imponer su voluntad a todo el mundo, atropella el derecho internacional, la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, se entromete descaradamente en los asuntos internos de otros países.  Esto se pone particularmente de relieve, con toda nitidez, en relación con la República de Cuba, Estado independiente y soberano, miembro de la Organización de las Naciones Unidas.  Pese a que el pueblo de cada país tiene derecho a elegir él mismo la forma de Estado que convenga a sus intereses, el imperialismo norteamericano no quiere, evidentemente, conformarse con que el pueblo de Cuba haya elegido la senda de la construcción de una nueva vida, la senda del socialismo.

“No podemos ser ingenuos y creer que los imperialistas han depuesto las armas.  Los acontecimientos que hoy observamos demuestran a todas luces que no todos han aprendido aún a calibrar serenamente la correlación de fuerzas existente en el ámbito internacional.

“Los círculos reaccionarios más desenfrenados de Estados Unidos, a los que los propios norteamericanos califican de frenéticos, continúan caldeando la tirantez en la prensa y en el congreso, y exigen una política dura; sus declaraciones son a cual más absurdas.  Senadores como Goldwater, Keating, Steaning, algunos miembros de la Cámara de Representantes y las fuerzas más agresivas que los apoyan, han levantado una algarabía histérica en torno de Cuba, y exigen del gobierno de Estados Unidos que intervenga más brutalmente en los asuntos de la República de Cuba, hasta llegar al desencadenamiento de una guerra agresiva.

“El gobierno norteamericano estimula, de hecho, esta desenfrenada campaña.  En todo caso, no disponemos de hechos que demuestren que los círculos imperialistas de Estados Unidos se apartan de la política guerrerista.

“Por si esto fuera poco, han emprendido la senda de nuevas provocaciones:  envían sus submarinos contra nuestros pacíficos buques mercantes y, recurriendo a todo género de tretas peligrosas, se interponen en sus rutas, lo que puede resultar en extremo peligroso.  Estas vilezas infringen las normas más elementales del derecho internacional y la libertad de navegación en mar abierto.

“Estas acciones van cargadas de graves consecuencias, y no se sabe como pueden terminar.  La responsabilidad será de Estados Unidos de América y solo de ellos.

“Quisiéramos prevenir a los círculos agresivos de Estados Unidos que la agresión a la República de Cuba significaría el comienzo de una Tercera Guerra Mundial (Aplausos).

“Las fuerzas pacíficas del mundo entero no se limitarán a mandar protestas y organizar manifestaciones, ellas se alzarán en defensa del país agredido, y la Unión Soviética se encontrará en las primeras filas de los que acudan en su ayuda (Aplausos).

“Las fuerzas pacíficas acudirán en ayuda de la República de Cuba, porque verán en esa guerra una guerra contra todos los amigos de la paz y de los derechos soberanos de los pueblos.  Si las esferas agresivas del imperialismo no quieren respetar los principios de la ONU y desencadenan la guerra, esta guerra no se librará únicamente en territorio de Cuba, sino también en territorio de Estados Unidos de América (Aplausos).

“La política de Estados Unidos con relación a Cuba, es parte de su política general agresiva.  Nosotros no nos olvidamos de la declaración del presidente de Estados Unidos, Kennedy, de que en ciertas circunstancias es posible que Estados Unidos tome la iniciativa en un conflicto nuclear con la Unión Soviética.  La 'guerra preventiva' siempre ha figurado entre las posibilidades previstas por el Pentágono.”

Y aquí, en otro cable que continúa en parte, dice:

“Sostengo categóricamente que como respuesta a los 344 proyectiles, con los cuales nos amenaza el señor MacNamara, lanzaremos un golpe simultáneo de muchos más proyectiles, y con una fuerza nuclear tan devastadora que eliminará de la faz de la Tierra todos los objetivos, los centros industriales y político-administrativos de Estados Unidos (Aplausos), y destruirá completamente los países que han cedido sus territorios para instalar bases norteamericanas.

“Una vez más recordamos firmemente a los líderes occidentales que la Unión Soviética no puede ser intimidada.  La potencia de nuestro golpe de represalia será más que suficiente como para carbonizar a los agresores en las primeras horas de la guerra” (Aplausos).

Nosotros consideramos que ningunas palabras más adecuadas para responder a las declaraciones del señor MacNamara, que estas declaraciones hechas en nombre del gobierno soviético (Aplausos).

Compañeras y compañeros:  Este será para nuestro Partido un día histórico:  el día de la primera reunión de masas de nuestro Partido Unido, producto de la más estrecha hermandad y unión de todas las fuerzas revolucionarias, de todos los revolucionarios, cada vez más y más identificados en la causa que defendemos.

Muchos de nosotros, años atrás, marchábamos en distintas organizaciones; hoy marchamos en una sola organización.  Tuvimos nuestra historia individual, nuestras participaciones pasadas, hasta un día en que empezamos todos juntos a hacer la gran historia de la patria.

El tiempo nos unirá cada vez más y más.  ¿Por qué?  Porque los años que tenemos por delante, y los años de Revolución que tendremos por delante, serán muchos más que los años de Revolución que tenemos por detrás.

A veces nos separaba:  “Yo estuve en tal punto”, “yo estuve en el llano”, “yo estuve en la sierra”, “yo era de tal organización”, “yo era de más cual organización”, refiriéndonos a nuestras historias de atrás.  Lo que hay que ver es la gran historia que estamos haciendo todos juntos; la gran historia que tenemos por delante, su magnitud, su importancia supera a todo lo de atrás. Y dentro de 10, de 20, de 30 años, no se hablará de los que estuvieron en tal o cual organización, sino se hablará de los que se unieron, y se hablará de la grande, la formidable organización que une a todos, que agrupa a todos y que marcha al frente de la columna; se hablará de los hombres y mujeres que organizaron el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (Aplausos).

Compañeros y compañeras:  la Revolución les ofrece trabajo, sacrificio, lucha.  La Revolución al revolucionario no ofrece privilegios; los privilegios son para los blandos.  Para los revolucionarios, la historia solo tiene una cosa que ofrecer, la patria solo tiene una cosa que ofrecer: ¡Sacrificio, lucha!

 

 

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos! (Aplausos)

¡Viva el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba! ((Exclamaciones de: “¡Viva!”)

(Ovación)

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