Discorsi

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la inauguración del pueblo Doce y medio, para los trabajadores del plan de arroz de Bayamo, Oriente, el 31 de mayo de 1970

Data: 

31/05/1970

Compañeros campesinos y trabajadores del plan arrocero de Oriente;

Compañeros macheteros y trabajadores orientales:

Tal vez haya sido un poco extensa esta concentración de hoy, a pesar del propósito de que dada la tarea que tenemos por delante en estas semanas venideras consideramos que hay que invertir el mínimo de tiempo en actos y el máximo de tiempo en trabajo.

Desde luego que han venido representaciones de los distintos contingentes, pero no se tenía el propósito de hacer una concentración masiva, sino principalmente con las familias que van a recibir las viviendas y algunos representantes de los distintos sectores de trabajadores de la provincia.

Voy a tratar de ser lo más breve posible, dentro de la circunstancia de explicar algunas cosas relativas a este plan y algunas otras cuestiones que son de interés.

Hace dos años y medio este territorio que nos rodea, desde Puente Guillén hasta las cercanías de Jobabo, tanto al norte como al sur del río Cauto, teníamos una inmensidad de tierra completamente cubierta de malezas y totalmente improductiva, en que vivía una población relativamente escasa, muy diseminada por todas partes.

Por aquí comenzó, hace dos años y medio, el trabajo de la Brigada Invasora, para desarrollar las arroceras de Oriente.

Esta provincia cuenta, precisamente en esta región que va desde las proximidades del antiguo “Estrada Palma”, hoy “Bartolomé Masó”, es decir, desde cerca de la sierra y dando la vuelta por todo el recodo del Golfo de Guacanayabo, hasta más allá de Jobabo, se encuentra la mejor extensión arrocera de Cuba y la mayor extensión arrocera de Cuba, tanto por las características de su suelo como por el microclima.

En general el arroz ustedes saben que no puede sembrarse después del mes de julio en casi ningún otro sitio del país, porque cuando baja la temperatura durante un número de horas por debajo de ciertos limites entonces se afecta la producción, se afecta la fecundación del grano.

Sin embargo, en esta región de Oriente se puede sembrar incluso en los meses de agosto, septiembre, en cualquier época del año. Si en algún lugar se pueden hacer dos cosechas perfectamente bien es precisamente en esta región.

Por esta región atraviesan los ríos principales de la provincia. Por esta región desembocan el Yara, el Bayamo, el Buey, el Cautillo, el Cauto, el Contramaestre, los ríos que vienen de la vertiente norte. Esta es precisamente la región que se cubría de agua con las inundaciones. Esta fue una de las regiones que cuando el Flora se cubrió de agua, pero podría decirse: ¿Qué parte del valle del Cauto no se cubrió de agua en aquellos tremendos días del ciclón Flora?

En aquella ocasión se comenzó ya un plan acelerado de obras. Esas obras respondían a dos razones: una, contener las inundaciones; y la otra, disponer de agua para el regadío de toda esta región.

Por aquí empezó prácticamente en la provincia de Oriente el plan hidráulico, que hoy tiene una gran dimensión. Se comenzó a construir la presa de El Mate, se prosiguió con la construcción de la presa de Paso Malo —hoy tienen otros nombres; me refiero a los nombres de aquellos tiempos—, se comenzó a construir la presa “Gilbert”, en el Cauto, para agua de Santiago de Cuba, y se empezó a realizar toda una serie de planes.

Algunas de esas obras, como El Mate, Paso Malo, están ya terminadas desde hace algún tiempo y han estado brindando sus aguas y en cierto sentido disminuyendo las posibilidades de inundaciones, aunque todavía estamos lejos de poder decir que controlamos las aguas de esta región frente a lluvias muy grandes. Eso se podrá lograr cuando todo el sistema de presas esté construido, se podrá lograr cuando el Gran Canal pueda controlar las aguas que vienen de la vertiente norte, y cuando la presa del Bayamo, las presas del Buey, del Cautillo, del Guanicún, de toda esta zona, estén hechas; y cuando además esté enderezado el cauce del Cauto, que como ustedes saben tiene una gran cantidad de curvas, lo cual dificulta la salida de las aguas.

De manera que en esta sola región todavía tenemos una gran lucha que librar contra la naturaleza.

Hoy no decimos siquiera que inauguramos un pueblo. Es prácticamente la primera etapa de un pueblo, las primeras 416 viviendas, cuando todavía faltan por construir 1 000 viviendas más en esta zona; y está construida ya la tienda, el circulo infantil, provisionalmente el seminternado en esas naves —que no será el seminternado definitivo.

Quiero decir que estamos prácticamente todavía —a pesar de lo que se ha hecho en estos dos años— inaugurando un comienzo.

Al principio fue el comienzo del trabajo de los buldóceres. Ya miles de caballerías han sido buldoceadas, y ya este plan cobra una importante dimensión.

Aquí traemos algunos datos acerca de los trabajos que se han hecho con motivo de esta arrocera. Porque es fácil hablar de una arrocera. Pero una arrocera, para satisfacer las necesidades de consumo de nuestra población, lleva una gran cantidad de trabajo.

Debemos decir que los planes arroceros que se realizaron entre 1968-1969 llevaron más maquinaria pesada que todos los planes para sembrar cerca de 40 000 caballerías de caña; es decir, los planes arroceros llevaron más esfuerzo en movimiento de tierra y en buldoceo que los planes cañeros para la zafra de 1970.

Para tener una idea: en la provincia de Oriente —que es el plan más importante, pero no el único, puesto que hay muy importantes planes arroceros en Sancti Spíritus, en Camagüey, en la provincia de Pinar del Río, y ya menores en las provincias de Matanzas y en La Habana—, en esta sola región, para tener una idea de los trabajos que ha sido necesario hacer, hay que decir que fue en noviembre de 1967 que se inició el incremento de la producción arrocera y el trabajo en estas regiones.

¿Cómo se fue incrementando? En la primavera de 1967 se sembraron 2 082 caballerías de arroz. En la primavera de 1968 se sembraron 2 438, es decir, 356 caballerías más. En frío y primavera de 1969, es decir, en total, se sembraron en el año 2 770, es decir, 332 caballerías más que en 1968. Y en 1970, entre frío y primavera, hasta mayo 28, había ya sembradas 3 691 caballerías, es decir, 921 caballerías más que el año pasado. Pero en total se espera sembrar, entre frío y primavera, en el total del año, unas 5 350 caballerías, es decir: en 1970, 2 580 caballerías más de arroz que en el año 1969.

Este es un incremento impresionante de aproximadamente el ciento por ciento de aumento de lo que había sembrado en 1969, en 1970. Y cuando se parte ya de 2 500 caballerías en un año, llegar a 5 000 en el otro, si se tiene en cuenta todo el trabajo que lleva una arrocera, podrá tenerse una idea de la magnitud del esfuerzo realizado.

Durante el año 1969, además del incremento se procedió a concentrar el área de siembra, eliminándose las áreas dispersas. Además de las áreas comprendidas en el plan 1970, se encuentran localizadas unas 550 caballerías más, que se proyecta fomentar el próximo año. Así mismo, en estos momentos se estudian 700 caballerías netas entre el río Jobabo y el río Tana, así como 1 400 caballerías netas entre los ríos Tana y Naranjo, al sur de Camagüey, con el propósito de ser fomentadas de arroz respectivamente. En resumen, esta arrocera que comienza cerca de la sierra y terminará más allá de Jobabo tendrá 7 000 caballerías de tierra. De manera que en esta sola región se producirá más arroz que el que se producía antes en todo el país.

El plan de 1970 contempla la siembra de 5 530 caballerías. De frío 1 000 y de primavera 4 530. Estas siembras se realizarán en un área física de 4 350 caballerías, por lo que las áreas que se encuentran sembradas de frío se doblarán, sembrándose de nuevo en el mes de julio, después de cosechadas.

Los rendimientos también han aumentado. En 1967 fueron de 534 quintales, en 1968 fueron de 468 quintales por caballería, quintales húmedos; en 1969 fueron ya de 762 quintales por caballería. Y debemos ir ampliando el rendimiento por caballería y por año.

Pero vean cómo ya en el año 1969 hay una producción de más del 50%, o aproximadamente el 50% por encima del rendimiento del año 1967. Y no es lo mismo 5 000 caballerías con 534 quintales, por ejemplo, que 5 000 caballerías con 762 quintales. Y el rendimiento tendrá que ir aumentando año por año, sobre todo con las nuevas variedades que se han sembrado y con otras mejores todavía que están ahora reproduciéndose rápidamente.

De acuerdo con el incremento de las áreas de siembra, ha sido necesario desarrollar la red hidráulica, habiéndose realizado las obras siguientes en estos dos años: canales principales, 141 kilómetros; canales primarios y secundarios, 288 kilómetros; canales terciarios, 2 134 kilómetros.

Además, han sido construidas las siguientes obras: la toma del Cauto, de 20 metros cúbicos por segundo de capacidad; la presa derivadora de Bayamo, de 10 metros cúbicos por segundo de capacidad; la presa derivadora del Salado, de 15 metros cúbicos por segundo de capacidad; la derivadora del río Hormiguero, que tiene 600 metros de longitud; dique Gran Canal, de 42 kilómetros de longitud, y el dique de la laguna del Leonero, de 26 kilómetros de longitud. ¿Falta alguno por ahí...?

Se encuentra en construcción la presa de Pedregales, que almacenará unos 37 millones de metros cúbicos de agua.

Han sido utilizadas para el riego las presas de “Carlos Manuel de Céspedes” y de Paso Malo. Se han usado las aguas, además, el escurrimiento de los ríos, y también ya se empezaron a usar este año las aguas de la laguna del Leonero.

Secaderos. Entre 1968 y 1969 se han construido ocho nuevos secaderos, elevándose la capacidad de secado diario a 31 800 quintales.

En 1967 la capacidad diaria existente era de 18 820 quintales. Para finales de 1970 deberán quedar terminados 10 secaderos adicionales, de los cuales siete se encuentran en ejecución. Para esa fecha la capacidad de secado diario quedará elevada a 66 600 quintales, o sea más del triple de la existente en 1967. En 1971 se proyecta la construcción de dos secaderos más.

Molinos. La capacidad actual de molinaje anual es de 2 760 000 quintales, la cual no cubre la producción estimada para 1970.

Se ha calculado la necesidad de construir cinco nuevos molinos, con una capacidad anual de 1 500 000 quintales cada uno. De manera que aumenta a 7 500 000 quintales la capacidad de molinaje, de 2 760 000 que había. Tres de estos molinos están programados para iniciarse este año.

Para realizar la preparación de tierra y siembra en 1970 se han utilizado los equipos siguientes: esteras 172, tractores de goma 877.

Hasta el año 1967, alrededor del 80% de las áreas se cosechaban en forma manual —todo ese arroz que se cosechaba aquí era mucho menos, pero era manual—, debido a estarse utilizando semillas de variedades de muy difícil mecanización y por no contarse con las combinadas adecuadas. De las áreas sembradas en 1968, ya solo se cortó a mano alrededor del 20%. Y durante la cosecha de las áreas sembradas en 1969, se utilizaron combinadas para cortar prácticamente el ciento por ciento del área.

En este momento se cuenta con las siguientes combinadas: 169 combinadas Laverda, 73 CKG-4 y 104 CKG-3.

La aviación agrícola realizó durante 1969 las tareas de fertilización, fumigación, aplicación de herbicidas y casi la totalidad de las siembras.

Se ha estimado que en los períodos de necesidad máxima se requerirán unos 27 aviones trabajando para cubrir todas esas tareas.

Para garantizar el trabajo de los aviones, se ha programado en 1970 la construcción de tres pistas: Cayama Nueva, la Escondida y Cayojo, con asfalto y las correspondientes instalaciones. Una de estas pistas se encuentra en terminación y otras iniciadas.

Ha sido construida una pista en Puente Guillén y reparada una en “Bartolomé Masó”. Este año se construirán dos puntos operativos para la aviación agrícola.

El proyecto en cuanto a viales. Para permitir el acceso a esta zona casi totalmente incomunicada, se han construido 80 kilómetros de caminos, correspondiendo 44 kilómetros a la zona de Puente Guillén y 36 kilómetros a la zona de Echenique. Esto no incluye la carretera, que ya se está terminando de asfaltar, ni el puente que como ustedes vieron, en un período récord, impresionante, en las últimas semanas se ha terminado ya virtualmente el puente sobre el Cauto.

La red eléctrica. Han sido construidos 100 kilómetros de red eléctrica, de 33 000 y 13 000 voltios, que garantizan energía a los siguientes lugares: desde Bayamo al secadero y molino “Julio Antonio Mella”, al secadero de Pastor, al secadero de Yucayo, a la grúa del embalse número 24, que se comenzará a construir este año; al pueblo del Doce y Medio, a los secaderos de Jucarito, a los secaderos y otras instalaciones de Puente Guillén, a los secaderos y al pueblo de Guamo.

Asimismo, se han concluido 28 kilómetros de la línea de 110 000 voltios desde Bayamo hasta la toma del Cauto.

Como parte de esta red han quedado instaladas cuatro subestaciones de electricidad.

Desde luego, para poder traer esa electricidad aquí primero hubo que construir la termoeléctrica de Renté, hacer las líneas hasta aquí. Todas esas cosas ayudan a comprender los problemas del desarrollo.

Como parte del proyecto de comunicaciones a ejecutar, han sido conectados por la red telefónica nacional, a través de un centro creado en el pueblo del río Cauto, los siguientes puntos: Puente Guillén, Guamo, El Jardín y el Doce y Medio.

A esto habría que añadir, a estos datos, la maquinaria pesada empleada aquí: más de 100 buldóceres constantemente trabajando; decenas de millones de metros cúbicos de movimiento de tierra en los drenajes, en los canales de riego, en los buldoceos. En fin, ha sido realmente inmensa la cantidad de trabajo a realizar para tener estas caballerías, y el que falta por realizar para llegar a las 7 000 caballerías; entre otros, las presas, cuya construcción se inicia o ya se están haciendo, como la de Pedregal, la Veinticuatro. Y estamos decididos a hacer un esfuerzo para comenzar también este año la presa del río Buey.

Estas construcciones son quizás nada más una idea pálida de los trabajos que hay que hacer en toda la provincia de Oriente.

Hace unos días, con motivo del ciclón que se aproximó a la zona de Manzanillo, cayeron no menos de 500 milímetros de agua en 12 horas, medio metro. Eso es lo que dicen los pluviómetros. Pero quien pudo apreciar la cantidad de inundaciones que se produjeron entre Manzanillo y Niquero tiene razones para dudar si realmente no cayó todavía más agua.

En el Flora llovió durante tres días, llovió más, pero durante tres días.

Resultado: el río Vicana, que no es un río, es un arroyo, arrasó virtualmente el pueblo de Media Luna. Casi no se podía creer.

Yo preguntaba: ¿Pero dónde están las casas derribadas aquí? Es que no se veían ni los cimientos de las casas, ¡ni los cimientos! Parecía que allí no había habido nunca casas, parecía que aquello era el cauce de un río; porque realmente no dejó ni los cimientos de unas 100 casas y afectó otras muchas en aquella región. Y otro tanto hizo un arroyo en el pueblo de Pilón.

En ese lugar hay que construir una presa, que es una de las que está en el esquema de proyectos de obras de la provincia, una de las 160 presas, ¡una de las ciento sesenta presas que hay que construir en esta provincia! (APLAUSOS.)

Que nos ocurra en medio de la batalla final de la zafra, cuando se aproximaba el momento de inaugurar este pueblo, cuando ya estaban listas dos brigadas de construcción para construir a un ritmo mucho más rápido las 1 000 casas que faltan aquí, hubo inmediatamente que dar instrucciones a los compañeros de mandar una de esas brigadas hacia Media Luna y la otra hacia Pilón. Y no solo eso, sino añadir una brigada más. Y en consecuencia, tendremos que esperar por lo menos tres meses para construir otras dos brigadas para reemplazar esas dos y proseguir a un ritmo mucho más rápido este pueblo.

Pero cuando vienen para un lugar, hay que desviarlas para otro. Cuando se empieza a construir en un sitio para crear mejores condiciones de vida, la destrucción en otro sitio. Y la destrucción por un arroyo, no ni siquiera un río que hubiera inspirado respeto a nadie. Si hubiera inspirado mucho respeto, no se habrían construido esas casas a la orilla del río. Y ahora hay que hacer allí un pueblo.

Claro, ya al hacer las viviendas allí no solo vamos a hacer las casas que se destruyeron —es que ese central se amplió, “Juan Manuel Márquez”—, hay que hacer las viviendas de los obreros, hay que hacer las demás instalaciones de escuelas y otro tipo, hay que construir para los trabajadores agrícolas de aquella región. Y vamos a construir allí un pueblo de 800 viviendas. Ya va a quedar completo. Y en Pilón unas 300 viviendas.

Y desde luego, como las necesidades aquí se acumulan por todas partes, hay todo un programa de organización —este mismo fin de año— de brigadas de construcción de pueblos, de escuelas, de policlínicos. Porque dondequiera que se hace una presa, allá hay que hacer... No solo cuando vienen las inundaciones o cuando hay que hacer un plan como el arroz, de este tipo, que no se puede permitir la fumigación habiendo personas aisIadas en medio de las arroceras, ni se puede prácticamente trabajar: no solo en estos planes, sino dondequiera que se construya una presa, en el vaso de esa presa siempre viven cientos de familias. Hay que hacer las construcciones. Además, las construcciones que destruyen las inundaciones, las construcciones que destruyen los ciclones.

Y desde luego, nosotros no podemos ir detrás de la calamidad. Tenemos que ir delante de la calamidad. Hasta ahora prácticamente vamos detrás. Y ahora se trata de irnos bien delante de la calamidad (APLAUSOS). Y entre otras cosas, evitar algunas de esas calamidades. Por lo pronto las grandes inundaciones, las presas que puedan controlar esas avenidas. Si la presa de Vicana hubiese estado hecha, no hubiéramos tenido allí la tragedia en la zona de Media Luna.

Pero también un poco más hacia acá, aparte allí de las caballerías sembradas, unas 140 caballerías de arroz en aquella zona las barrió la inundación. Unas 70 caballerías listas para sembrar de caña, las barrió. Ahora hay que sembrar ahí pasto, otra cosa. Y también más de 1 000 caballerías de caña quedaron bajo el agua, inundadas, en esa región, que era una de las regiones de déficit de caña.

Desde luego para avenidas tan grandes, lluvias tan grandes, un drenaje es imposible, un drenaje que prevenga todo eso. Pero si se pueden hacer los drenajes para que los campos rápidamente evacuen las aguas y por lo pronto disminuir esas inundaciones. Y cuando estén hechas todas las presas, prácticamente controlar las inundaciones.

Un poco más hacia acá se está desarrollando, en la zona de Veguitas, el plan víandero de 2 000 caballerías. Y por allí otro arroyo, que es el Hicotea, que también hace un montón de curvas, se desbordó y se llevó tres o cuatro caballerías de plátano y algunas otras siembras. No hizo más porque se habían hecho algunos canales relativamente pequeños. Y ese es el río Hicotea.

Pegado al río Hicotea está el Buey, que ese es respetable.

Yo les digo a los compañeros que están en este plan: este río en cualquiera de estos ciclones acaba con esta granja víandera completa. Unas tierras magníficas para víandas y vegetales: ¡dos mil caballerías!, que se están desarrollando allí.

De inmediato va a venir una brigada de drenaje para empezar por dominar el Hicotea, porque tiene menos cauce que el Buey. El Buey, por ejemplo, ahora no hizo daño. Puede hacerlo si vienen unas lluvias mayores y más prolongadas. Pero el Hicotea sí hizo daño. Entonces ese, mediante los correspondientes canales dominar ese. Pero a principios de año, puesto que está el proyecto, empezar la construcción del Buey y en dos años tener dominado el Buey.

El Yara, en cambio, no hizo daño. El Yara habría hecho de las suyas con esta crecida. Agarró la presa más de 30 millones de metros cúbicos en unas horas y no produjo ninguna inundación. Estaba la presa ahí para recoger esas aguas. Pero en el Yara habrá incluso que hacer otra presa de unos 50 millones más, con lo cual quedará completamente dominado ese río.

Tampoco el Contramaestre hizo daño, porque allí la presa agarró 40 millones de metros cúbicos que habrían bajado por ahí, inundándolo todo.

Es decir que las realidades naturales con las cuales convivíamos... Porque antes vivíamos a merced de las inundaciones, los ciclones, las tragedias y, desde luego, sin ninguna situación. Antes no se iba ni delante ni detrás de la calamidad o de la tragedia. A aquel que le acababa las cosechas, lo arruinaba.

Sin embargo, muchas de esas tierras arroceras eran de pequeños agricultores: ellos prácticamente no pierden nada. Porque cada vez que ha ocurrido un fenómeno de esa índole, siempre los créditos se les han condonado y se les han dado nuevos recursos para comenzar a trabajar. Antes era la ruina.

Ahora, desgraciadamente, cada vez que hay una tragedia hay muchos problemas por escasez de materiales. Todo el mundo aspira a que le resuelvan inmediatamente los problemas, los nuevos e incluso los viejos —que son bastantes— que se han acumulado.

Pero, desde luego, ahora hay algo: se va detrás y se va remediando como se pueda. Allí mismo en Media Luna unas 30 000 personas recibieron todo un cargamento de mercancías: arroz, alimento de todo tipo. Quince libras por lo menos. Sé que de arroz eran creo que seis libras. En fin, todo el mundo recibió una factura, como le llaman. Y como estaban aislados, llegaron los helicópteros.

Desde luego, cuando llegamos allí nos encontramos en los trabajadores, en medio de la preocupación, un espíritu tremendo y una seguridad muy grande, una convicción de que recibirían ayuda, como efectivamente la recibieron. Una serie de rastras por los caminos rápidamente moviendo buldóceres para restablecer. Los puentes se los llevó.

Pero ya también están en camino las brigadas que van a empezar a construir aquel pueblo rápidamente.

Hoy tenemos el ir todavía detrás. Pero por lo menos vamos detrás. Ahora nuestro problema es irnos delante, terminar de dominar todos estos ríos, terminar de dominar todas estas inundaciones, dominar la naturaleza (APLAUSOS). Si no dominamos la naturaleza, la naturaleza nos dominará a nosotros.

Entonces, en esta provincia hay que hacer muchas obras hidráulicas —como decía, construcción de 160 presas—, en esta provincia hacer grandes obras de drenaje, en toda la zona de Manatí para empezar; en toda esta enorme área arrocera; en todo el territorio situado desde este punto donde estamos, en la 1 009, hasta los centrales “Maceo” y “Cristino Naranjo”; desde los centrales “Maceo” y “Cristino Naranjo” al “Mella”. Hay que hacer grandes drenajes en toda la zona de Bayamo, grandes drenajes en toda la zona de Veguita, Yara, por todos esos puntos que mencionábamos. Y grandes drenajes en esa zona de Manzanillo.

Esas obras requieren decenas y decenas de buldóceres, de traíllas, de grúas, de equipos de diversa índole.

Además, de las presas y de los sistemas de drenaje —que tienen mucha urgencia porque resuelven problemas económicos o problemas alimenticios— hay que hacer las obras, los viales.

¿Qué posibilidad habría de este pueblo y de este plan arrocero sin esa carretera (carretera que se ha tardado mucho más de lo que se deben tardar las carreteras, porque irán a un ritmo más rápido), sin ese puente sobre el Cauto? ¿Cómo se habría podido desarrollar esta arrocera? ¿Cómo se habría podido construir nada aquí, ni secaderos, ni traer equipos, ni traer el fertilizante ni traer nada? Cuando venía la primavera, ni siquiera a caballo. He ahí la importancia de esa carretera.

No solo que reduce en más de 70 u 80 kilómetros —no recuerdo exactamente— la distancia entre Las Tunas y Bayamo, que había que dar la vuelta por Holguín; no solo significa miles, cientos de miles, tal vez millones de horas de ahorro, combustible, trabajo, equipos, sino que permite el desarrollo de toda esa región. ¿Qué manera habría de hacer esta arrocera sin esa carretera? Y qué es esa carretera sino una mínima solución de los problemas de viales de la provincia.

Para terminar la zafra ahora ha habido que hacer cientos y cientos de kilómetros además de los que se vienen haciendo. Están todos los caminos de las montañas. Tuvimos que bajar las brigadas de las montañas con vistas al aseguramiento de la zafra. Tenemos una población de 3 millones de habitantes. Todavía hay mucha incomunicación. La carretera por el sur de la costa se viene haciendo. La carretera por las montañas de la Sierra Maestra y por la zona del Segundo Frente se viene haciendo. Pero eso no es nada. Toda carretera es fundamental, ahora esta que ahorra distancia entre Bayamo y Las Tunas, esperamos que salve muchas vidas. Entre Las Tunas y Holguín, Las Tunas y Bayamo, por esa carretera ocurren infinidad de accidentes todos los años. Por ahí transita la mercancía. La única carretera prácticamente que tenemos es de una vía, sumamente estrecha.

Esta provincia necesita varias autopistas. Necesita, entre otras, la autopista que tiene que comunicar por Occidente. Hay que convertir en doble vía la Central, y hay que hacer otra autopista por el norte. Hay que desarrollar la salida de Santiago hacia Guantánamo. Hacer también carreteras de doble vía hacia Mayarí, hacia el norte, donde están las más grandes reservas de níquel del mundo; hacia la zona de Banes, Holguín. Hacia toda esa región.

Es lógico que esa carretera que se proyectó hace más de 40 años, cuando los camiones tenían cuatro toneladas y corrían mucho menos de lo que corren hoy y tal vez tenían choferes un poco más prudentes que los que tenemos hoy... Esto, desde luego, sin dejar de reconocer que hay muchos hombres muy serios y muy responsables, ¡muy serios y muy responsables en los camiones! (APLAUSOS.) Pero basta un 10% de locos, un 20% de locos por la carretera para que maten al cuerdo, chocan con el que viene bien, viran por cualquier punto.

Y muchas veces lo peor es que están con 20 ó 30 personas arriba. Se exceden en las velocidades, sobre todo muchas veces los más nuevos. No les costó gran trabajo hacerse de un timón, no les costó gran trabajo hacerse choferes. Y parece que les cuesta menos todavía desbaratar los carros, y en ocasiones poner en peligro la vida de los demás trabajadores (APLAUSOS).

Pero les digo, además, por esas vías estrechas —rastras, camiones de otro tipo— proyectadas hace 40 años. Pero el hecho de que estemos acostumbrados a ese trillo asfaltado, no significa, ni mucho menos, que estén satisfechas las necesidades.

De manera que en la provincia hay que hacer toda una red vial. Hay cerca de 40 brigadas, no alcanzan. En lo que falta de este año y el próximo año habrá unas 30 brigadas pesadas que prácticamente triplican toda la capacidad y movimiento de tierras para viales que tenemos, para realmente entrarle “con la manga al codo” a esas tareas.

También vamos a ampliar las brigadas, el número de brigadas de drenaje y el número de brigadas de presas.

Aparte de eso hay que reparar no se sabe cuántos miles de kilómetros de líneas de ferrocarril. Aparte de eso, llegará el momento de hacer un ferrocarril superior al que tenemos, sobre todo con vistas no solo al transporte de mercancías sino al gran tránsito de personas que hay entre oriente y occidente. Y que no alcanzan los trenes esos de la época de maricastaña ni los sistemas esos viales.

Pero todo eso se sabe que cuesta trabajo. Ustedes lo saben perfectamente, más cuando tenemos la necesidad de hacer en unos pocos años lo que se dejó de hacer en 50 660. Nosotros ahora vamos teniendo los medios para hacer eso realmente. Ya el país cuenta al menos con recursos para situarse delante de la calamidad, para llegar a sacarle una ventaja, para empezar a recuperar mucho tiempo.

Pero nuestro problema será, consistirá esencialmente en cómo vamos a emplear esos medios.

Aquí hemos hablado de los tractores que trabajaron. Efectivamente, trabajaron unos 700 tractores de doble tracción aquí. Sin embargo ahora vienen en los próximos meses, entre este año y principios del próximo año, unos 500 tractores de 90 caballos Same, equipos magníficos, especiales para el arroz, doble tracción, caseta con extractor de aire —quiere decir protección contra el sol, protección contra el calor, protección contra los mosquitos. Son equipos magníficos. Vendrán también para esta provincia 500 tractores de 90 caballos de la RDA para los trabajos en la caña.

De manera que liberaremos prácticamente casi todas las esteras para dedicarlas a viandas y a pastos. Esa es una impresionante cantidad de equipos (APLAUSOS).

Se están adquiriendo ómnibus, se están construyendo otros sobre camiones. De manera que a la vez...

Pero hablando no de los servicios, continuando: las nuevas brigadas de hacer presas, las nuevas brigadas de caminos, la reorganización de las que existen, las nuevas brigadas de drenaje y la de construcción de los sistemas de riego, además de las brigadas que mencionaba. Los camiones que vienen son mucho más pesados: de doce toneladas, de mejor calidad. Los equipos, en general, que vienen son muy buenos, de construcciones de caminos y de carreteras.

Pero, además, los equipos de construcciones de pueblos, de escuelas, de policlínicos, de tiendas, hasta de cines. Porque todas esas necesidades que tienen los pueblos no se pueden satisfacer poniendo ladrillos, sino con grúas de este tipo, más modernas incluso que esas. Hay que traer nuevas y modernas plantas de prefabricado para empezar a satisfacer las necesidades.

Este año debemos organizar no menos de 20 brigadas de construcción, con equipos totalmente nuevos. Además de eso vendrán también —en los próximos 18 meses pensamos resolver los problemas de transporte rural de todo el país— unos 1 500 ómnibus rurales, algunos de ellos de doble tracción, que esperamos disponer (APLAUSOS). Y estamos haciendo ya los estudios de todas las rutas.

Baste decir que en la región de Holguín viven más de 400 000 habitantes. Se mandaron 16 microbuses recientemente, y eso no alcanzaba. Hacen falta 55 ómnibus más, porque viven vecinos dondequiera. Ustedes se encuentran una serie de pueblos: San Andrés, Los Alfonso, Velasco, Santa Lucía, toda esa zona, Potrerillo, en las proximidades de la costa.

Bueno, sería interminable la enumeración de todos esos pueblos y los trabajos que pasan para ir de un lugar a otro los trabajadores, los maestros. En fin, los vecinos, cuando tienen que venir al hospital “Lenin”. Un enorme hospital, pero hay que hacer la red de caminos: un enorme hospital, pero hay que establecer los ómnibus.

También vienen al país este año unas 400 ambulancias. Vamos a mejorar los sistemas de ambulancias de los hospitales. Y en muchos pueblitos tendrá que haber su ambulancia. En este pueblito, por ejemplo, tendrá que haber su ambulancia, aparte de que aquí tendrá que haber su policlínico, pero por si hubiera un caso más urgente que llevar a otro hospital, al de Bayamo, en cuestión de minutos.

De manera que no solamente estarán en algunos lugares. Y en algunos lugares que no tienen policlínicos con más razón tendrán la ambulancia durmiendo allí para brindarles seguridad a los vecinos. También habrá los sistemas de carros de alquiler para cada uno de los hospitales del país. De manera que las personas que tienen que ir o salir del hospital cuenten con servicios eficientes en cada uno de los hospitales del país, con carros nuevos.

De manera que problemas de ambulancias, problemas de transporte rural, todo eso ya en los próximos 18 meses, esperamos que van a quedar en lo fundamental resueltos. Nosotros calculamos no menos de 1 500 ómnibus para esos problemas.

Están los problemas de los ómnibus urbanos, que también se está haciendo un gran esfuerzo en la adquisición de esos ómnibus, además de los interprovinciales. Tenemos en casi todas las capitales de provincia problemas con los ómnibus: en Santa Clara, en Camagüey, los tenemos en Santiago. Y en fin, en casi todas las grandes ciudades problemas de los ómnibus urbanos. Y se están tratando de adquirir, aparte de que ya se ha empezado la construcción de la planta de montaje de ómnibus en nuestro país, que desde el mes de marzo del año que viene estará en condiciones de montar dos ómnibus urbanos por día (APLAUSOS). ¡Ya montar dos ómnibus urbanos por día!

Tenemos plantas también del Ministerio de Transporte, que es donde estamos haciendo microbuses: 300 este año —esperamos 600 el año que viene—, más los de importación, con eso esperamos reunir en los 18 meses próximos los 1 500 ómnibus rurales. Esto es aparte de los ómnibus urbanos.

Es decir que viene mucho equipo de construcciones. Nuestro problema fundamental será, consistirá en la forma en que nosotros hemos de emplear esos equipos. Y ahí queremos extendernos sobre estas consideraciones.

Hablamos de los accidentes de los camiones. También ayer ocurrió un hecho muy doloroso: un choque de trenes en la zona de Alto Cedro. El tren que venía de los trabajadores, de los macheteros de La Habana, que vienen a darle un apoyo a la zafra de Oriente: El contingente “Lenin” —aunque creo que hay un contingente “Lenin” aquí también y que ellos tienen proyectado ponerle creo que columna “Lenin”, según me dijeron, para evitar las confusiones.

De ese contingente “Lenin”, un grupo de brigadas millonarias que venían en ese tren, y estando detenidos allí en Alto Cedro, viene otro tren, posiblemente sin vía —se están haciendo las investigaciones, hay que hacer una investigación exhaustiva y exigir las responsabilidades correspondientes—, y no solo eso, sino entrando a 70 kilómetros por hora allí en Alto Cedro. No hubo tiempo. El otro tren estaba parado; el otro tren, parado.

Y allí, menos mal que muchos de los trabajadores no estaban en el tren; pero otros si estaban. Resultado: tres heridos graves, tres compañeros heridos graves. Afortunadamente hasta ahora, ningún muerto. Pero unos obreros con lesiones en las manos, obreros que se han pasado seis meses cortando caña, que tengan que ir al hospital, levantarse una mañana con que le falta una mano o le falta un pie, es una cosa verdaderamente triste y verdaderamente dolorosa. Un hombre que venga de viaje después de seis meses de pertenecer a una brigada de obreros de avanzada, y sin embargo allí mutilado.

Y luego, unos 100 obreros con heridas menores. Nosotros ayer vimos muchos de ellos con los vendajes en las caras, juntos; visité a unos 100 obreros. ¡Cien obreros!

Y puede decirse que tuvimos suerte, porque pudo ocurrir una catástrofe. ¿Por qué? Por el eterno irresponsable, ¡el eterno irresponsable! ¡El eterno descuidado!

Creemos que ahí hubo descuido en el tren que venía, incluso en el tren que estaba parado; si se para, prever: unas banderas por allá, lo que sea. El otro, aparte de las cuestiones de vía, la velocidad entrando, ¡y por esas líneas! Y entrando, en un lugar donde hay que parar, a esa velocidad, es sencillamente una irresponsabilidad de las que nosotros vemos todos los días, y que no hay derecho a cometerla cuando se lleva, se tiene en las manos la vida de decenas y, en ocasiones —como en los trenes—, de cientos de personas, ¡cientos de personas!

Y nosotros meditábamos sobre esos problemas. Nos impresionó extraordinariamente el espíritu de esos obreros, ciertamente. Allí, 48 horas llevaban de viaje, más el accidente, esperando que un tren cañero llegara al “Loynaz” para seguir viaje, muchos de ellos con los golpes, las magulladuras, un espíritu tremendo: hablando de cortar hasta la última caña, que no los desalentaba nada. Iban para allá, y estoy seguro de que habrá que aguantar a muchos de esos obreros para que hasta que no se curen no vayan al cañaveral. ¡Habrá que aguantarlos! Era un impresionante espíritu realmente. De ese espíritu que se ve en los pueblos en los momentos de heroísmo, en la guerra: un espíritu de proletarios realmente, de ese tipo de obrero que nuestro Partido desea para nutrir sus filas, y que nuestra Revolución tanto necesita.

Desde luego esos obreros no escasean: obreros de ese tipo hay decenas de miles, decenas de miles de obreros de vanguardia, de esa calidad.

Y es precisamente en esos obreros de vanguardia, en esos obreros de máxima calidad, en los que nosotros tenemos que apoyarnos para la tarea del desarrollo.

¿Qué quiere decir? Una idea que analizábamos con el compañero Guillermo. Nosotros tenemos, por ejemplo, el batallón Uvero, muchos de ellos aquí presentes (APLAUSOS). Vanguardia en corte de caña, en siembra de caña, en zafra, en todo; hombres que no tienen horas, hombres que no se detienen ni se amilanan ante ninguna necesidad trabajando, haciendo un trabajo muchas veces manual, con el machete, con el azadón. Y ahí hay operadores, hay incluso gente que sabe operar camiones.

Y nosotros decíamos: tenemos hombres buenísimos, con un gran sentido de la disciplina y de la responsabilidad, que están haciendo un trabajo de poca productividad. Y decíamos que, por ejemplo, para esa brigada nueva, que tendrá 90 camiones de 12 toneladas —la de la presa del Buey—, más de 20 buldóceres nuevos y todos los demás equipos complementarios, y brigadas que tenemos que hacer para autopistas, ¿por qué no seleccionar de los hombres de ese contingente y prepararlos, prepararlos? (APLAUSOS) En dos palabras: muchas veces surge la necesidad de un operador que se improvisa, que llegó allí, y ese se pone con un buldócer de 180 caballos. ¡No! Nosotros tenemos que hacer una calificación de todos los que están sobre los equipos, donde hay muchos muy buenos, para tener ahí el expediente de cada uno de ellos. Y también calificados a los que no son responsables, a los que no mantienen el equipo, que no tienen ese espíritu de trabajo.

Nosotros tenemos que introducir importantes modificaciones en el método, hasta en las horas de trabajo de algunos de esos equipos. Estamos considerando seriamente si no es mucho mejor... Hemos visto algunas brigadas con un turno, pero bien trabajado. Un hombre responsabilizado con cada máquina, sin andar cambiando constantemente en esos camiones, en esos buldóceres. Cómo incluso nosotros, con muchos menos hombres, estamos proyectando una brigada en Banes, otra en Holguín. Una en Banes, con 15 camiones de 12 toneladas, cinco buldóceres; en definitiva, 36 equipos con 60 hombres que vamos a seleccionar entre el Batallón Rojo, de los mejores, para darles esas máquinas que valen 15 000, 20 000 dólares, 30 000 dólares, según de qué se trate. Y seleccionar allí, y poner a esos hombres que son fieras en el trabajo, que tienen conciencia, que tienen responsabilidad, en nuestras máquinas más productivas.

Y yo estoy seguro de que, si hacemos eso, en vez de 20 kilómetros hacemos 60, y nos duran las máquinas el doble de tiempo, y reciben un mejor mantenimiento, y se les puede dar una mayor atención a los hombres, y se puede hacer un trabajo de más calidad.

Nosotros ahora tenemos 16 000 obreros en el DAP. Es posible que con este sistema podamos, con 10 000 ó 12 000, hacer el triple de lo que estamos haciendo.

En ocasiones en una presa hay un “pico”. Es preferible tener un poco más de camiones. Casi incluso es preferible subutilizar un poco la máquina a subutilizar el hombre.

Ya el hombre empieza a faltarnos, sobre todo el hombre capaz, el hombre con nivel técnico para manejar una máquina de ese tipo. Pueden llegar a sobrarnos las máquinas en un momento dado, pero los hombres de ahora en adelante será lo que más nos falte. Por eso es necesario la productividad, ver todos los medios que conducen a una mayor productividad en el trabajo, y tener una mejor preparación, una selección.

Esos hombres muchas veces hacen un trabajo, presas, carreteras; vienen las lluvias, lo paran; pues tener organizadas las vacaciones de esos hombres en un periodo determinado, que coincida con las reparaciones capitales de los equipos. Además, ¿días que no pueden trabajar? Organizar cursos de estudio, superación de su nivel cultural, superación de su nivel técnico. Todo organizado de qué es lo que hay que hacer cuando el agua para, y no estar ahí con los brazos cruzados, esperando.

Menos hombres con mucha más preparación, mucho más nivel técnico, mucha más disciplina, mucha más conciencia, por brigadas.

Les hablaba de las máquinas. Oriente tendrá que organizar en los próximos cinco años, y tal vez antes, no menos de 150 brigadas de construcción. Hombres que van a trabajar con grúas, con máquinas prácticamente, con el método prefabricado; más las brigadas de presas, caminos, puentes, drenajes, riegos, aparte de las brigadas de construcción industrial.

¿Qué resultado dio esta política con la Brigada Comunista de Cienfuegos? Impresionante la organización, impresionante la productividad. Y cómo incluso vinieron a Oriente y pasaron semanas, y apoyaron la cosa industrial, y no están atrasados ni un día. Estaban por delante de los equipos. Aquí muchas veces estamos por detrás de los equipos; que llega la maquinaria y todavía las construcciones van por detrás. La Brigada Comunista de Cienfuegos ha estado siempre por delante de los equipos (APLAUSOS).

Y ese es el espíritu, es la única manera de avanzar. El sector de la construcción debe estar integrado por los hombres más conscientes de nuestra clase obrera. Y prácticamente uno de cada 10 obreros tiene que ser constructor. Tiene que serlo, y constructor mecanizado. Si no, las necesidades sociales, industriales, todo... Vamos hacia la mecanización.

La caña ojalá la hubiéramos podido mecanizar tan fácilmente como el arroz, pero no existían las combinadas ni se conocían. Pero hay que construir mucho, levantar centros de acopio. Hay que construir fábricas, hay que construir instalaciones.

Hay que construir todos los años, solo en esta provincia, cientos de lecherías, ¡cientos de lecherías! No basta con tener las vacas: hay que poner las naves donde ordeñarlas, las naves de frío, el ordeño mecanizado —si no, no nos alcanzaría la fuerza de trabajo para atender esas lecherías. Entonces, ahí están creciendo las novillas, ahí están las vacas próximas a entrar en producción. Pero, ¿cuántas lecherías tenemos aparte de las viejas lecherías?

De manera que tenemos que construir no solo secaderos de arroz, molinos de arroz; no solo este tipo de construcciones y presas y drenajes y sistemas de tomas de agua y de riego. No. Son inmensas las necesidades. Y no avanzamos socialmente ni avanzamos económicamente si no desarrollamos muy fuerte el sector de la construcción; y si por lo menos uno de cada diez obreros no está en ese sector y trabajando con máquinas.

Y ya debemos ir creando ese espíritu en el obrero de la construcción, que hay muchos y muy buenos trabajadores. Pero hay que ver a quién le damos una máquina, si a cualquiera que llega, o si no es preferible transferir de un frente a un obrero muy probado para meterlo para allí para este frente, para esta máquina.

Si hacemos esto, estoy absolutamente convencido de que nosotros construimos el triple; avanzamos a un ritmo increíble no solamente porque vayamos a tener muchas más máquinas sino porque esas máquinas van a producir mucho más, van a estar mucho mejor mantenidas, van a durar mucho más, y se va a realizar un trabajo de construcción de mucha mejor calidad.

Y avanzaremos. Y llenaremos esta provincia igual que hay que llenar el resto del país de pueblos, de carreteras, de escuelas, de hospitales. Y haremos verdaderos pueblos, donde tendrán los trabajadores todas las comodidades que se puedan tener en una ciudad. Y si se descuidan hasta un poco más, como estos mismos apartamentos que tienen todo lo que necesita una casa: están hasta incluidas las antenas de televisión, el refrigerador, y todo eso (APLAUSOS).

Pero sobre todo hay cosas más importantes que esas, mucho más valiosas: estará el policlínico, estará el seminternado, para que los niños vayan por la mañana y regresen por la tarde, desayunen, almuercen y coman en la escuela (APLAUSOS). Y mientras más trabajemos, más arroz produzcamos, más leche produzcamos, más alimentación y mejor alimentación le podremos dar a todos esos niños en la escuela.

Estarán algunas instalaciones porque estamos pensando en el problema de lavar, cómo se resuelve. Está el circulo —muy bien, muy necesario—, la escuela, el policlínico, el supermercado —que habrá que hacerlo, y cuando tenga 1 400 viviendas hay que hacer una instalación mucho más idónea que la que tenemos ahora—, el cine que habrá que hacer también en este pueblo. Porque cuando haya 1 400 viviendas, 10 000 personas, será absolutamente necesario traer algunos de esos servicios también. Pero además estamos estudiando resolver el problema, como situar alguna nave con baterías de máquinas de lavar adonde puedan ir allí; máquinas de lavar y secar, para resolver a las familias, a las madres, los problemas serios que tienen con todas esas cosas. Que eso lo tienen algunas ciudades del mundo, en las inmediaciones, 15, 20 ó 30 máquinas. No tienen que tenerlas en las casas, porque pueden ser más eficientes las que estén allí, que se lleva la ropa, en cuestión de minutos se lava, se seca, y después el resto se hace en la casa, porque ese es un problema que invierte mucho tiempo.

Entonces los comedores escolares, los comedores obreros, todo eso nos permitirá no solo elevar extraordinariamente las condiciones de vida, un cambio revolucionario, total, absoluto, en las condiciones de vida de los trabajadores en nuestros campos, sino que además nos permitirá elevar la productividad, incorporar en masa también a distintas actividades a la población femenina del país que prácticamente con la atención de los hijos, con todos esos problemas, no puede apenas incorporarse a las actividades productivas. Y habrá actividades productivas en las escuelas, en los servicios, que pueden participar las mujeres en un sinnúmero de actividades. Y nuestro país tiene que proponerse crear todas esas condiciones para liberar a la mujer de la esclavitud de todos estos quehaceres; y que puedan no solo disponer más de su tiempo, mejorar sus condiciones de vida, sino también participar en la producción social del país.

Estas son posibilidades y cosas muy claras. Hemos hecho algunas cosas. Pero realmente lo hecho bien podemos llamarlo nada, bien podemos llamarlo nada. Si usted va por cualquier pueblo... Vea a Manzanillo: pueblo siempre entusiasta, donde 20 000 ó 30 000 se movilizan para cualquier cosa; pues en Manzanillo no hay ni la banda de música que tocaba los domingos allí, porque unos retirados, otros no sé qué cosa, otros superevaluados... Señores, ¡cuántas cosas se pueden hacer y hay que hacer!

Se acumulan problemas de alcantarillado, de agua, de acueductos, de calles que hay que arreglar, de campitos deportivos. Con unos pocos buldóceres en esta provincia, algunas motoniveladoras y algún camioncito podemos hacer montones de campos deportivos prácticamente en todos los pueblos, donde puedan ir los jóvenes, los muchachos y los adultos también. Que no vamos a hacer enseguida un estadio en todos los lugares, porque hay que tener el gran estadio solo para ir a ver el juego de pelota o de fútbol, hacer un campo de voleibol y demás.

Nosotros vamos a pedirles a los compañeros del INDER, en nuestra política de reforzamiento de cuadros y de aceleración del desarrollo de la provincia de Oriente, vamos a pedirles también a los compañeros del INDER que nos manden un compañero de los que ellos tienen que tienen bastante experiencia en eso, y hacer algunos estudios.

Hay muchos lugares, toda esa región de Puerto Padre, con más de 100 000 habitantes, y Las Tunas, que entre las dos deben hacer más de 300 000 habitantes, que no tienen una playa a donde ir. Sin embargo, no muy lejos está la playa de La Llanita, de magníficas arenas, tan buena como Varadero, pero no hay por donde ir, ni un terraplén, después ni un barco para cruzar del otro lado. Ninguna instalación.

Tenemos por ahí también las playas del Pesquero, Miramar; Guardalavaca tiene algún desarrollo; la población de Mayari, Corynthia; la población de Manzanillo, unas playas que están a unos 30 ó 35 kilómetros. Pero ni instalaciones ni caminos. Instalaciones deportivas, pocas.

Aquí va a haber una organización en este pueblo, tienen su reglamento. Este reglamento que propusieron los compañeros de Oriente después vamos a estudiarlo bien. Me parece bueno. Seguramente habrá que hacerle modificaciones, perfeccionarlo con la práctica, con la experiencia de cómo se debe regir la vida aquí.

Pero también en los pueblos, las organizaciones locales, si ahora metemos equipos nuevos, podemos algunos de los equipos que vamos liberando hasta que podamos darle otros mejores, irlos dando a la JUCEI, organizar grupos de obreros permanentes en el mantenimiento de las viviendas, en el arreglo de calles, en el desarrollo de algunas construcciones.

Claro que ahora no podemos coger a las brigadas que están haciendo los pueblos, los molinos, las industrias, los puentes y las carreteras, no podemos ponerlas a hacer estadios. Pero con los recursos locales llegar, pedirle la cooperación a la propia población. A una fábrica de 30 obreros pedirle dos obreros, un esfuerzo mayor a los otros, si se va a hacer allí una obra, una escuela primaria. Porque para todas esas construcciones tenemos necesidad de fuerza de trabajo.

Y se pueden ir resolviendo a nivel de los pueblos toda una serie de necesidades, una serie de mejoras. Bien puede ser un estadio deportivo, en otra ocasión puede ser un cine. Pueblos con 20 000, 30 000, 40 000, 50 000 habitantes con un cine, y viejo. Y las colas enormes.

En definitiva de verdad que tenemos que trabajar; pero no solamente en el campo. Hay que hacer ciudades en el campo, y transformar las viejas ciudades. Hay ciudades correctas de la época de España, de la época de la colonia. Pero que hoy lo que tienen es bastante poca cosa como para merecer el nombre de ciudades.

Sí. Los hospitales, ¡magníficos! Casi todas tienen un buen hospital. Si van a Bayamo, un magnífico hospital; en Holguín, un formidable hospital; en Sagua, en muchos de esos lugares. Pero eso no es todo. No es la única necesidad. Hay necesidades recreativas, deportivas, de toda índole. Y cuando se habla de una playa no se habla solo de un entretenimiento, de una recreación, sino de algo saludable a la población. Estamos rodeados de mar, ¿y qué porcentaje de la población de Oriente puede ir a una playa?

Entonces esas son las realidades. Nosotros entendemos que la provincia de Oriente ha quedado un poco atrás en el desarrollo. Y no porque la provincia no haya recibido recursos. En la primera fase se hicieron más de 30 hospitales en las montañas, los caminos que se han estado haciendo. Los recursos no eran suficientes para la magnitud de esta provincia, para el tamaño de esta provincia, para la acumulación de esta provincia; la experiencia era poca, los niveles técnicos de la provincia son bajos, la calificación de la fuerza de trabajo es relativamente baja. Por eso decimos de la necesidad de ir elevando todos los niveles técnicos en todos los sectores, pero sobre todo en la construcción.

Eso se revela también en los nuevos centrales, en los equipos nuevos que necesitan operadores calificados para manejarlos, en las industrias nuevas que se están haciendo y las que se van a hacer en gran número en el futuro. Para hacer el ordeño mecanizado hay que saber incluso manejar equipos eléctricos, algunos equipos de alguna complejidad hay que aprenderlos, no se le pueden dar a cualquiera. Hay que aprenderlos; hay que mantenerlos.

A medida que se moderniza la vida, señores, cuando ya no es el buey, cuando ya no es el tractor, hace falta el mecánico, alguien que sepa trabajar en aquel motor, en los sistemas eléctricos de aquel motor. Y la vida con las máquinas tiene grandes ventajas, pero también implica la necesidad de elevar los niveles técnicos.

Cuando es una carreta y un buey, al buey casi nunca hay que repararlo: echarlo a un potrero prácticamente, darle un poco de comida. Pero al camión sí hay que repararlo, al ómnibus sí hay que repararlo, a la alzadora sí hay que repararla, al buldócer también. Cuando se hacían las carreteras con pico y pala, bueno, ¡no reparaban ni al hombre! Si se enfermaba no tenía ni un hospital.

Pero hoy todo eso se hace con máquinas y requieren de todo tipo de mantenimiento, reparación, conocimientos. No se puede hacer sin una preparación técnica adecuada.

Y eso pasa en todo. Esta provincia tiene que hacer un gran esfuerzo educacional, no solo porque es la provincia que más muchachos tiene, y no me refiero solo a los muchachos y a los jóvenes, sino incluso a la población adulta.

Creo que una de las grandes tareas de las organizaciones obreras, de los sindicatos en la provincia de Oriente, es la lucha por la elevación de los niveles culturales, de los niveles técnicos de nuestros trabajadores (APLAUSOS), no solo la importantísima cuestión decisiva de la elevación de la productividad. Es que esto va aparejado uno con otro: el nivel técnico, la máquina, la productividad. Junto con el nivel de conciencia, junto con el espíritu de trabajo y la disciplina del trabajo, la productividad, la elevación de los niveles culturales y técnicos de los trabajadores de Oriente. Tenemos que estar muy conscientes que son bajos los niveles.

Era una de las provincias donde había más analfabetos, era una de las provincias en el pasado con menos escuelas. Y todo eso se refleja a la hora de trabajar, a la hora de producir, a la hora de crear las condiciones para elevar la producción, para transformar la provincia. Porque sencillamente tenemos que transformar la provincia.

Y si la consigna de convertir el revés en victoria es una consigna para todo el país, es todavía más para la provincia de Oriente, es donde tenemos que hacer más, es donde más tenemos que convertir el revés en victoria (APLAUSOS); la provincia de más recursos naturales, la provincia de más recursos humanos, la provincia que ha jugado un rol en la historia de este país desde las guerras de independencia, la provincia que juega un rol importantísimo en nuestra Revolución, la provincia donde el entusiasmo es siempre permanente, la provincia donde el espíritu de los trabajadores es magnífico. Y hablamos por haberlo visto, por haberlo palpado: entusiasmo, espíritu de trabajo, buena voluntad, deseo de hacer.

¿Cuáles son nuestros puntos flojos? Niveles técnicos. No faltan recursos. Conocimiento de las máquinas, reubicación de fuerza de trabajo, selección de los mejores para los equipos más productivos, de manera que podamos aprovechar esos recursos humanos, los recursos naturales de esta provincia, transformar esta provincia, que es la más grande del país, incluso la más difícil.

Dominar esos ríos no es fácil, dominar esas llanuras que se inundan no es fácil, dominar esas inmensas extensiones para hacer caminos y carreteras no es fácil; dominar todas esas necesidades acumuladas de acueductos, de alcantarillados, de viviendas, de hospitales, de escuelas, de todo, no es fácil. Pero nosotros tenemos la fuerza. Vamos a tener los recursos. Tenemos el espíritu. Hay que añadir la preparación, la técnica, mejorar la organización. Hacer trabajar la mente para buscar mejores y mejores soluciones a los problemas cada vez. Hacer selección y todas estas cuestiones que hemos estado planteando. Y nosotros ganamos la batalla aquí: ¡Transformamos la provincia!

He dicho, para expresar mi fe y mi convicción en el espíritu y en la capacidad de Oriente, que nosotros transformamos la provincia: ¡Si hay que trasladar la Sierra Maestra del sur al norte, trasladamos la Sierra Maestra del sur al norte! (APLAUSOS.) Con los medios que vamos a tener, con los medios que vamos a tener si ganamos la batalla de la superación cultural, técnica; si ponemos hombres de patria o muerte en cada una de esas máquinas: esos “fieras” de la mocha, “fieras” de una máquina, esos “fieras” del azadón, “fieras” de una máquina (APLAUSOS), donde el trabajo que pueden hacer es el equivalente de 200 hombres. Un hombre de esos en una grúa hace el trabajo de 200 hombres con un pico y una pala, está haciendo los cimientos de un edificio. Ahora, si es un hombre de verdad trabajador, responsable, que cuida la máquina, entonces trabaja como 200 y puede ser que como 300.

Y transformamos esta provincia. Los recursos están disponibles. Y está en el espíritu de la Revolución apoyar a Oriente con todos esos recursos en la misma medida en que Oriente pueda asimilarlos (APLAUSOS), en la misma medida en que Oriente pueda asimilarlos, en la misma medida en que Oriente pueda utilizarlos de manera eficiente, en la misma medida en que Oriente se pueda preparar para recibir todos esos recursos.

Y señores, muchos de los problemas que todos los días nos angustian no se resuelven en otros lugares: hay que resolverlos en el lugar. Las viviendas que necesitan los 3 millones de personas de Oriente —casi 3 millones— hay que hacerlas aquí; y las lecherías donde se va a producir la alimentación.

Claro que hay productos que se producen para exportar, como el azúcar, y el arroz puede ser que sobre de las 7 000, puede ser que sobre. Y puede haber algunas cosas, pero una gran parte de las medidas y de los pasos y de los hechos que van a satisfacer las necesidades que nos angustian todos los días hay que hacerlas aquí y tienen que hacerlas ustedes.

Las otras provincias tienen sus necesidades, algunas de ellas no tienen mucha fuerza de trabajo (APLAUSOS). Y en todas las provincias hay planes. No podrán venir todos los años un número de brigadas u obreros a ayudar como en estos momentos, un final de zafra.

La provincia tiene casi 3 millones. ¿Dónde están las comunicaciones? Viven dispersos, incomunicados; mucha tierra subutilizada por falta de riegos, drenajes, condiciones naturales adecuadas; mucha dispersión de toda la población, mucha subutilización tradicional del hombre y de la naturaleza.

Tenemos que transformar esas condiciones para hacer realidad esto que vemos hoy aquí: edificios como estos, aún más bonitos que estos, construidos mucho más rápidamente que estos; y muchos más edificios que estos, infinitamente más edificios. Porque nosotros lo hemos visto.

Estuvimos de visita también en la zona donde se hizo la presa Sabanilla, de Birán. Allí vimos todavía el pueblo sin terminar —un número de viviendas que hay que terminar rápidamente—, la escuela todavía por hacer, los caminos por hacer.

Dondequiera que se va, dondequiera que se llegue, se encuentra el choque con la realidad, con la pobreza.

Esta provincia, si en todo el país hay muchos bohíos, esta provincia está llena de bohíos por todas partes —y bohíos miserables, muchos de ellos más miserables que en cualquier otro lugar—: en la orilla de los caminos, en las carreteras, en los sabanazos, por todas partes.

Esas son las reales condiciones que tenemos todavía.

Lo hecho, aunque se hable de un pueblo como este, aunque se hable de 5 000 caballerías de arroz, ¡magnifica cosa! No es poco lo que ha habido que hacer para lograr eso, para tener 36 000 caballerías de caña como tenemos en este momento. No, no es poco. Más las decenas de miles de caballerías de pastos que tenemos que sembrar y los planes vianderos para que no falten viandas ni vegetales nunca, en ningún momento. No solo arroz, sino los vegetales, las frutas, las viandas. Soluciones no de minifundios, sino soluciones como la de esta arrocera.

Imagínense esta producción en minifundio: necesitaría 30 000 caballerías. Y en qué condiciones. Usted no puede decir que con 27 aviones siembra todo eso, 27 pilotos ó 30 pilotos sembrando 7 000 caballerías. Vaya usted a sembrarlo granito a granito como se sembraba tradicionalmente: un hombre ahí detrás de un buey que va abriendo un surco. Eso no da ni para las familias, menos va a dar para los que no son de la familia pero que están produciendo zapatos, cemento, viviendas, y que necesitan alimentarse.

Es decir que tenemos que crear todas esas condiciones.

Y los recursos en la provincia los tenemos, los vamos a tener, y están a disposición de la provincia en la misma medida en que la provincia los asimile —repito—, en que la provincia luche, en que la provincia sea capaz de utilizarlos para su desarrollo, para satisfacer todas las necesidades.

Y yo veo que en Oriente hay espíritu, pero mucho espíritu. No me lo cuentan: lo veo, recorro los pueblos y las aldeas (APLAUSOS), en ocasiones por una carretera, otras por un terraplén, otras por una guardarraya y otras por un trillo donde no hay ni guardarraya. Es la única manera de saber, de ver.

Creo que eso lo debemos hacer todos, para poder tomar una conciencia clara de un problema; no es lo mismo oír decir de un problema, que le cuenten de una situación, a verlo en concreto.

Y espíritu vemos que hay, y de sobra. ¿El espíritu de los orientales? ¡Formidable! Y creo que ese espíritu ahora hay que traducirlo en avance, en organización, en superación del nivel cultural, técnico; en eficiencia en el trabajo, en empleo óptimo de las máquinas. Y seguro que transformamos esta provincia.

Los orientales trazaron las pautas en el siglo pasado, siendo los primeros en iniciar la lucha por la independencia. Los orientales también trazaron las pautas en la última lucha por nuestra independencia, en esta etapa de la Revolución, en el combate, en la pelea, en el sacrificio. Fue por ese espíritu.

Y creo que con ese espíritu con que se luchó en 1895, en 1868, con ese espíritu con que se luchó en la sierra, hay que luchar ahora en la construcción, en el desarrollo, en la transformación de la provincia de Oriente (APLAUSOS).

El exponerles a los orientales estas ideas tan necesarias, tan fundamentales, el decirles que van a contar con todos los recursos que sean capaces de asimilar, el exhortarlos a este trabajo, es tal vez lo único que justifique que un día —en esta batalla final de la zafra— tengamos que hacer una concentración, aunque sea reducida, tengamos que reunirnos con representantes de los obreros, con vanguardias de los obreros, para dar este acto. No habría sido necesario para un pueblo. Aquí se hacen muchos pueblos que no se inauguran. Aquí se han hecho fábricas enormes que ni siquiera se han inaugurado: termoeléctrica Renté, termoeléctrica Mariel, termoeléctricas... La Revolución no se caracteriza por andar cortando cinticas para inaugurar algo: un puente... En cualquier época ese enorme puente se habría inaugurado, esa carretera, las decenas de carreteras que se van haciendo y de obras.

Realmente no hemos venido a inaugurar un pueblo. Hemos venido a expresarles estas cosas a los orientales, estas ideas, esta exhortación, este llamado, esta inauguración o inicio de algo superior a todo eso, que es el modo, el método de trabajo, el espíritu de trabajo que nos permita llenar la provincia entera con obras como esta y mejores que esta.

Si se empezó la lucha hace más de 100 años, y la comenzó Céspedes, y la continuaron Máximo Gómez, y Maceo, y tantos y tantos valientes, esa lucha durante tanto tiempo fue para esta oportunidad. ¡Esta oportunidad está en nuestras manos! ¡De nosotros depende saberla utilizar! (APLAUSOS.)

¡El espíritu existe! ¡De nosotros depende saberlo llevar adelante! (APLAUSOS.)

Y eso es fundamentalmente lo que deseaba expresarles a los trabajadores de Oriente.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION.)

(EL COMANDANTE FIDEL CASTRO REGRESA A LOS MICROFONOS)

Bueno, me decían algo cierto: se nos olvidó la cuestión del nombre del pueblo, porque Doce y Medio da la sensación de quedarse a la mitad del camino (APLAUSOS). Y algunos compañeros habían propuesto un nombre que recuerda a los compañeros que murieron en uno de los combates en Bolivia (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO). No, el de un lugar. Fue precisamente donde murió Vilo. Vado del Yeso.

Si ustedes los vecinos están de acuerdo.

Nos costará primero acostumbrarnos al nombre, pero estoy seguro de que llegará a ser un nombre bonito, un nombre representativo, un justo recuerdo a los compañeros que cayeron. Y hasta incluso algo más: si recordamos las inundaciones de estos lugares, casi casi puede decirse que por aquí había también un vado. Es decir que tanto el lugar, la naturaleza, pero sobre todo fundamentalmente el nombre. Otro pueblo lleva ahora el nombre de Ñancahuazu, otro el de Machurrucutu, pues yo creo que también son nombres revolucionarios, nombres históricos, nombres latinoamericanos, símbolos del espíritu de nuestro pueblo y del internacionalismo de nuestro pueblo, y entonces son bellos y magníficos nombres para bautizar a nuestros pueblos.

Así que si ustedes están de acuerdo, Vado del Yeso (EXCLAMACIONES DE: “¡De acuerdo!”).

Entonces: Vado del Yeso. Muchas gracias. Hasta luego (APLAUSOS).

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS