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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA TERCERA GRADUACION DEL CONTINGENTE DEL INSTITUTO DE CIENCIAS MEDICAS DE LA HABANA, EN EL TEATRO "CARLOS MARX", CIUDAD DE LA HABANA, EL 27 DE AGOSTO DE 1990

Data: 

27/08/1990

Este va a ser el discurso más breve de los últimos tiempos. He venido casi espontáneamente, ya que empezó Vela, el otro y todo el mundo a pedirme que dijera algo. Digo: Antes de que de la masa empiecen, voy a ir allí a decir que no puedo hacer un discurso; no es que esté mudo ni esté padeciendo ninguna afección, es que padezco de una carencia total de tiempo en este momento. Creí, incluso, que este acto iba a ser a las 6:00 de la tarde y después vi en el periódico que era a las 7:00, y hemos tenido muchas actividades y las que nos faltan.

Hoy, dentro de unos minutos, tenemos que reunirnos con más de mil invitados al Congreso de Prevención del Delito, organizado por una institución de Naciones Unidas, de modo que no tengo escapatoria, y no es que me cueste mucho trabajo hablar con los estudiantes; por el contrario, siempre me agrada hacerlo, pero allí no debo llegar tarde.

Sacando la cuenta, ya Vela habló por mí, porque habló 37 minutos. Le pregunté: "Vela, ¿cuánto vas a hablar?" Y me dice: "Veinte minutos" (RISAS). Con aplausos y todo, llegó creo que a 37 minutos. Muy bien, por cierto muy bien, me alegro mucho; creo que las cosas que dijo él aquí son de un enorme interés.

Si voy a expresar algo es la gran satisfacción que todos sentimos al ver esta graduación y todo lo que esta graduación significa, como un paso más en el avance de nuestro país dentro de este campo de la medicina, donde nos estamos convirtiendo ya en una potencia realmente.

Este mismo año teníamos una duda, si disminuíamos el número de ingresos. Ya los venimos disminuyendo, porque a pesar de todas las plazas que tenemos en escuelas, en círculos, en fábricas, en la comunidad, a pesar de eso es tal el empuje que se les ha dado en este país a los estudios de medicina, que nos hemos visto obligados en los últimos años a reducir el número de ingresos; porque no queremos que en un momento dado haya demasiados médicos, incluidos aquellos con los cuales queremos hacer una reserva para que los demás estudien.

Hemos tenido que admitir este año el mismo número que el año anterior, no hemos hecho rebajas, porque es que cada día hay más demanda de médicos cubanos. A lo mejor si ahora reducimos mucho, después nos arrepentimos; pero para estudiar un poco mejor la cosa decidimos este año no reducir la cuota de ingresos en las facultades de medicina. Y decía que todo el mundo nos pide médicos, los propios soviéticos nos piden médicos; muchos de ellos están interesados en nuestros médicos, en el médico de la familia, en la experiencia médica cubana para fábricas, para hospitales, para policlínicos, también nos piden estomatólogos, y digo: ¿Qué hacemos nosotros? Tenemos nuestros cálculos, pero es muy difícil en un momento dado decir: bueno, hay que parar la máquina esta o reducir la máquina, que es lo que debemos hacer.

Pero en vista de todas estas circunstancias, este año no hemos hecho reducción. Pienso, realistamente, que tendremos que ir reduciendo por año y, a medida que se reduzca la masa de los que ingresan, considero que sea todavía más elevado el expediente, más elevada la calidad de nuestros estudiantes de medicina, aunque hoy, realmente, es muy buena la calidad; estamos satisfechos de la calidad de los estudiantes de medicina.

A nuestros médicos ya los pide todo el mundo. Recientemente se produjo una tragedia allá por Nicaragua, por la zona norte —unos aguaceros muy grandes, grandes inundaciones, peligro de epidemias—, y nos pidieron que enviáramos una brigada médica; pero nos lo pidieron los mismos, incluso, que no estaban con la revolución en Nicaragua, nos lo pidieron autoridades de allí que eran opositores a los sandinistas, y ellos mismos nos plantearon que tenían necesidad de médicos. Se dirigieron a varios lugares, según explicaron ellos mismos —creo que estuvieron por Miami, por Estados Unidos, por todas partes—, y no les dieron ni un médico —creo que uno ofreció un pasaje para un médico—, y, cuando se dirigieron a nosotros, en 48 horas tenían la brigada médica allí, prestó sus servicios durante varias semanas y ya regresó.

En Nicaragua se mantiene un gran número de médicos, a solicitud del nuevo gobierno. Es decir que ya no son solo los que tienen afinidad ideológica con nosotros, sino incluso aquellos que son adversarios nuestros nos piden que les enviemos la colaboración médica, y, naturalmente, nosotros no la vamos a negar, porque esto no es cuestión de ideología, es cuestión de ayudar a un pueblo que necesita esos médicos.

En Irán hubo un terremoto muy destructivo no hace mucho y nuestro pueblo hizo donaciones de sangre. Casi todo el plasma que teníamos de reserva lo enviamos a Irán y el pueblo lo restituyó después; le enviamos en plasma el equivalente a 40 000 donaciones, y estas donaciones se restituyeron e hicieron con mucho orden en unos días. Eso refleja la conciencia de nuestro pueblo, su espíritu solidario; y allí estuvieron nuestros médicos, la brigada fue muy bien recibida, muy atendida, prestó importantes servicios a la población y dejó una estela de simpatías en Irán.

Ahora aquí nosotros hemos condecorado a un grupo de compañeras y compañeros que estuvieron prisioneros. ¿Qué podemos decir de ellos? Bueno, que fueron prisioneros ejemplares. Alguien dijo: "Secuestrados." Bueno, realmente los hicieron prisioneros allí. Ellos no estaban en ninguna guerra, ellos estaban prestando servicio médico a la población; pero vinieron fuerzas adversarias del gobierno, tomaron el pueblo, a nuestros médicos nadie les avisó y se los llevaron. Realmente los trataron bien, hay que decir que los que los hicieron prisioneros a ellos, sin que sean soldados ni estuvieran en ninguna guerra, los trataron muy bien, con mucho respeto, mucha decencia, y, como ellos mismos dicen, allí, entre las filas de los que están en la oposición, conocían a Cuba y muchas cosas de Cuba. Pero ellos se portaron ejemplarmente, estuvieron varios meses prisioneros, mantuvieron su moral, sus principios, su dignidad, y después los pusieron a todos en libertad.

Ahora bien, cualquiera de ustedes puede ser prisionero en el futuro, porque dondequiera que estamos nosotros pasa algo, ya que donde no va nadie vamos nosotros (RISAS). Nosotros tenemos muchos más médicos en el exterior que la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas y constituye una ayuda extraordinaria a muchos pueblos; y la demanda es grande, por eso no sabemos con seguridad cuántos médicos vamos a necesitar, pero cuando el médico cumple misión internacionalista, gana él también mucho: toma conciencia de los problemas del mundo, del subdesarrollo, de la pobreza, conoce pobreza de verdad y conoce enfermedades de verdad, viene con más conciencia y es mejor médico.

Claro que nosotros tenemos que practicar el internacionalismo aquí también, porque más rápido va un médico nuestro para el fin del mundo que para Baracoa (RISAS). Sin embargo, ya ustedes vieron: de esta graduación van 170 para las montañas de Guantánamo, y van para Ciego de Avila, y van para Holguín, mientras las facultades de aquellas provincias forman sus médicos, y así lo han estado haciendo, y de los mejores estudiantes. ¿Y después quién gana? La Habana, porque viene esa gente que se ha pasado dos años allí con más preparación, con más conciencia, y empieza a estudiar su especialidad, que será la base para todas las demás en el futuro. Todavía hacemos especialidades directas, pero en el futuro todas las especialidades clínicas tendrán que venir del médico de la familia.

Es una revolución lo del médico de la familia y tenemos el privilegio de ser el único país en el mundo que ha establecido estos programas —los extranjeros se quedan realmente maravillados, asombrados—, y tienen una influencia en la vida del país creciente, en todo: en las fábricas, en las escuelas, en los círculos. Es una revolución extraordinaria que nada ni nadie podrá detener, porque aun en período especial seguiríamos graduando médicos y seguiríamos estableciendo médicos de la familia, y si por cualquier razón no podemos hacer las viviendas, en el garaje otra vez, o en una sala. Nosotros no nos vamos a desanimar por nada de eso (APLAUSOS).

Voy a citar un ejemplo que es justo que se reconozca hoy.

Se ha creado una crisis internacional muy seria, muy grave en el golfo Arábigo Pérsico, se han concentrado grandes fuerzas militares. Nosotros hacemos un gran esfuerzo por evitar la guerra, poner un granito de arena por la paz, tratar de que el conflicto se resuelva sin sangre, pero allá en Iraq tenemos alrededor de 250 trabajadores de la salud, médicos, enfermeras, técnicos medios. No tiene sentido que cuando hay un peligro de guerra saquemos de allí a ese personal, y ellos no quieren irse, ellos quieren estar allí en su puesto.

Hace muchos años que nosotros tenemos médicos en Iraq, y durante muchos años, durante la guerra anterior, estuvieron allí prestando sus servicios, y los prestaban tanto a los iraquíes como a los prisioneros heridos de Irán. Elíos atendían la salud, y atendían la salud de mucha gente, de un lado y de otro.

Allí están corriendo riesgos nuestros médicos y nuestros trabajadores de la salud en estos momentos, con una moral muy alta. Creo que algún día tendremos que traerlos aquí también y ponerles una medalla (APLAUSOS).

No se concibe que en medio de un peligro de guerra, donde tal vez cientos de miles de personas necesiten asistencia médica, se vayan nuestros médicos y enfermeras.

Había unos pocos técnicos también de otras áreas y esos sí los vamos retirando, en cumplimiento de los acuerdos del Consejo de Seguridad; pero los trabajadores de la salud se mantendrán allí corriendo los riesgos junto con la población que tienen que atender y que están atendiendo. Eso habla muy alto de la moral, del prestigio, la valentía y el espíritu revolucionario e internacionalista de nuestro personal de salud.

Estos compañeros que hoy están con nosotros fueron prisioneros, pero igual que ellos hay cientos que hubieran podido estar prisioneros, y estoy seguro de que habrían tenido el mismo comportamiento. Hoy hay alrededor de 250 allá, pudiera ser cualquiera de ustedes, pudiera ser cualquier grupo entre las decenas de miles de médicos y enfermeras que tiene nuestro país, y estoy seguro de que cualquiera de ellos sabría cumplir con su deber.

Estas cosas son grandes logros de nuestra Revolución y de nuestro pueblo, grandes avances de la nación, y nos dicen, más que ninguna otra palabra, qué es la Revolución y cuán arraigada está en el corazón del pueblo, cuán decididos estamos a defenderla y cuán decididos estamos a llevarla adelante, cualesquiera que sean las dificultades. Por eso me uno a todos en la felicitación a este contingente de graduados. Es la tercera graduación del contingente, hace nueve años comenzó el contingente y parece que fue ayer; rápido pasa el tiempo, pero el tiempo también sabe premiar los desvelos de los revolucionarios y los esfuerzos de los revolucionarios (APLAUSOS).

Este año ha tenido lugar la más grande graduación de la historia de nuestro país: más de 4 000 médicos, vean qué tremenda e impresionante fuerza, con lo cual ya los médicos somos alrededor de 40 000 en este país. Y me incluyo en la lista, porque he trabajado en esto también (RISAS Y APLAUSOS). No soy médico, pero soy impulsor del programa de salud. A veces he usado otras palabras cuando me han preguntado: "¿Usted es médico?" Y yo, con una gran inmodestia, he dicho: "No soy médico, pero soy estratega de la salud" (RISAS). Es por decir algo, ¿no? (RISAS Y APLAUSOS).

Por eso digo que somos ya 40 000, más o menos, ¿verdad, Teja?, ¿o nos pasamos un poquitico? Pero tú no cuentas a Machadito entre los médicos esos, ¿no?, hace ya rato que dejó la profesión. Pero tenemos suficientes y le podemos prestar al Partido algunos cuadros, mas hay que pedir permiso; si es médico de la familia necesita permiso especial para que se lo lleven como cuadro.

El otro día la juventud se quería llevar para cuadro nacional a un médico de familia, y digo: "¿Cómo? ¿Terminó ya la especialidad?" Dicen: "No, está en segundo año." Digo: "Está muy bien. Cuando termine la especialidad se lo pueden llevar por un tiempo" (RISAS). Claro, no queremos que los médicos dejen de ser cuadros, son cuadros inteligentes, buenos; pero, ¿se los llevan en segundo año?, ¿qué falta de respeto es esa?, ¿qué falta de respeto por nuestra profesión de médico y por nuestros médicos de la familia? Que terminen la especialidad y después, cuando ya hayan ayudado al Partido allí, los rotamos, los traemos otra vez para la medicina y le enviamos otro.

¡Cuarenta mil médicos de tres mil que nos dejaron! Tenemos casi 14 médicos por cada uno de los que nos dejaron. Y los que se fueron, bien idos, ¡qué suerte, nos estimularon a este colosal programa de desarrollo de la medicina! Para los que se quedaron y fueron nuestros maestros, nuestra eterna gratitud (APLAUSOS). Por eso me uno a la felicitación y cumplo mi palabra de irme rápido —menos mal que tengo cinco minutos de adelanto en el reloj; me da tiempo de salir casi corriendo. Tengo hasta que vestirme y casi peinarme, si es que me puedo peinar, porque el pelo mío es rebelde— (RISAS); me uno a la felicitación y me uno, con entusiasmo también, a nuestras gloriosas consignas de ¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos! (OVACION)
 

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