Internacionalismo

Angola

"Una vez más, ratificamos el eterno compromiso con nuestros muertos gloriosos de llevar adelante la Revolución."

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto conmemorativo por el aniversario 30 de la Misión Militar cubana en Angola y el aniversario 49 del desembarco del Granma, Día de las FAR, efectuado en el Palacio de las Convenciones, el 2 de diciembre de 2005, "Año de la Alternativa Bolivariana para las Américas".

Desde el primer momento la población y las Fuerzas Armadas angolanas mostraron su admiración por los cubanos.

Exactamente 19 años después del desembarco del Granma, en noviembre de 1975, un pequeño grupo de cubanos libraba en Angola los primeros combates de una batalla que se prolongaría por muchos años.

En ese contexto comenzó, a partir del año 1965, nuestra colaboración con la lucha independentista en Angola y Guinea Bissau, que consistió esencialmente en la preparación de cuadros, envío de instructores y ayuda material.

En el caso de Angola, la más extensa y rica de las colonias portuguesas, la situación sería sumamente distinta. El gobierno de Estados Unidos puso en acción un plan encubierto para aplastar los legítimos intereses del pueblo angolano e implantar un gobierno títere. Punto clave fue su alianza con Sudáfrica para compartir la instrucción y el equipamiento de las organizaciones creadas por el colonialismo portugués, para frustrar la independencia de Angola y convertirla prácticamente en un condominio del corrupto Mobutu y el fascismo sudafricano, cuyas tropas no vaciló en usar para invadir a Angola.

Dictadores, terroristas, ladrones y racistas confesos se incluían constantemente, sin el menor recato, en las filas del llamado "mundo libre", y pocos años más tarde el presidente norteamericano Ronald Reagan los bautizó, con particular derroche de cinismo, como "combatientes de la libertad".

A mediados de octubre de 1975, mientras el ejército de Zaire y fuerzas mercenarias reforzadas con armamento pesado y asesores militares sudafricanos se aprestaban a lanzar nuevos ataques en el norte de Angola, y estaban ya en las proximidades de Luanda, por el sur amenazaba el peligro mayor. Columnas blindadas sudafricanas habían penetrado por el sur del país y avanzaban rápidamente en la profundidad del territorio, con el objetivo de ocupar Luanda con las fuerzas unidas de los racistas sudafricanos y las tropas mercenarias de Mobutu antes de la proclamación de la independencia el 11 de noviembre.

E

instructores militares cubanos
instructores militares cubanos

n ese momento sólo había en Angola 480 instructores militares, llegados al país semanas antes en respuesta a la solicitud que nos hiciera el Presidente del MPLA Agostinho Neto, insigne y prestigioso líder que organizó y dirigió la lucha de su pueblo durante muchos años y contaba con el apoyo de todos los pueblos africanos y el reconocimiento del mundo. Sencillamente nos pidió cooperación para entrenar los batallones que integrarían el ejército del nuevo Estado independiente. Los instructores sólo poseían armamento ligero.

Un pequeño grupo de ellos, en los primeros días de noviembre, junto a sus bisoños alumnos del Centro de Instrucción Revolucionaria de Benguela, enfrentó valientemente al ejército racista. En el sorpresivo ataque y desigual combate de los sudafricanos contra decenas de jóvenes angolanos que murieron, ocho instructores cubanos perdieron la vida y 7 resultaron heridos.

Fue en ese momento cuando Cuba, en coordinación con el presidente Neto, decidió el envío de tropas especiales del Ministerio del Interior y unidades regulares de las FAR en completa disposición combativa, trasladadas por aire y mar para enfrentar la agresión del apartheid.

Sin vacilar aceptamos el reto. Nuestros instructores no serían abandonados a su suerte, ni tampoco los abnegados combatientes angolanos, y mucho menos la independencia de su patria, tras más de 20 años de heroica lucha. A diez mil kilómetros de distancia, tropas cubanas herederas del glorioso Ejército Rebelde entraban en combate con los ejércitos de Sudáfrica, la mayor y más rica potencia en ese continente, y contra Zaire, el más rico y bien armado títere de Europa y Estados Unidos.

Se iniciaba lo que dio en llamarse Operación Carlota, nombre en clave de la más justa, prolongada, masiva y exitosa campaña militar internacionalista de nuestro país.

Altruismo sin par el de los internacionalistas cubanos durante los casi 16 años de misión en Angola.
Misión en Angola.

Para los cubanos, formados en una profunda vocación internacionalista, había un solo camino: no dejar solo al pueblo angolano en esa hora crucial.

Con Fidel y Raúl al frente, la Dirección del país tomó la decisión de enviar las primeras tropas regulares de nuestro país a combatir en Angola para enfrentar a los agresores sudafricanos.

En la primera semana de octubre, arriban nuestros hombres y el cargamento bélico en tres barcos e inmediatamente se crean cuatro centros de instrucción en diferentes direcciones del extenso país y se empiezan a entrenar las primeras unidades. El día 14 un peligro mortal se cierne sobre Angola. Una poderosa columna blindada sudafricana penetra en el país e inicia su rápido avance hacia el norte en dirección a Luanda.

La primera resistencia la encuentran en Caporolo, una fuerza de infantería integrada por angolanos y cubanos del centro de instrucción del sur de Benguela, el 2 de noviembre. En esta acción el enemigo pierde cuatro blindados y sufre sensibles pérdidas, pero dada su superioridad logra proseguir su marcha. En el combate caen cuatro cubanos, hay varios heridos y desaparecidos; las bajas angolanas son más numerosas: sangre de los dos pueblos se funde sobre tierra africana.

El día 5 el Comandante en Jefe se reunió con los primeros voluntarios. Les habló "sobre todo de la invasión sudafricana. Dijo que algunos de los instructores cubanos habían muerto, que la situación era difícil, que debíamos detener a los sudafricanos antes de que llegaran a Luanda y que muchos de nosotros no regresaríamos. Dijo que le era muy duro decir eso y no acompañarnos", relató el oficial René Hernández Gattorno, uno de los dispuestos a participar en la misión internacionalista. Cualquiera de los hombres seleccionados podía decir que no; la decisión personal, con absoluta libertad, determinaba quien partía o no hacia el campo de batalla.

Las fuerzas zairotas y el FNLA con refuerzos sudafricanos y de mercenarios blancos atacan el día 6, y con fuerzas mayores repiten la acción el día 10 en las posiciones patrióticas en Kinfangondo, 20 kilómetros al norte de Luanda con el objetivo de penetrar en la capital. En ambas ocasiones son rechazadas por unidades de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) y parte del personal cubano y angolano del centro de instrucción de N'Dalatando.

En esos mismos días, entre el 8 y el 11 culminan exitosamente los combates de rechazo a la invasión de unidades regulares de Zaire y mercenarios blancos en Cabinda, donde los instructores cubanos, sus alumnos angolanos del centro y otras tropas de las FAPLA aniquilan el intento enemigo que deja en su retirada cientos de cadáveres sobre el terreno. Luanda y Cabinda estaban salvadas. En el primer minuto del 11 de noviembre de 1975, el presidente Agostinho Neto, en medio de una impresionante multitud enardecida, anuncia al mundo el nacimiento de la República Popular de Angola.
 

soldados cubanos en Angola
soldados cubanos en Angola

El batallón de Tropas Especiales, cuya primera compañía llega al aeropuerto de Luanda el 9, se emplea en el frente sur, junto a los combatientes del centro de instrucción de Benguela y unidades de las FAPLA. Para el 14 de noviembre, los invasores sudafricanos y los fantoches de la UNITA son detenidos en la línea Porto-Amboim-Gabela-Kibala a 225-300 kilómetros de Luanda, baluarte defensivo que jamás podrían rebasar. A medida que nuevas unidades cubanas llegan a Angola, los racistas empiezan a retroceder hacia el sur, dejando tras de sí los puentes destruidos.

El 27 de marzo de 1976 el último destacamento de los racistas sudafricanos cruzó el río Cunene y se internó en la Namibia ocupada por el apartheid. Desde el Océano Atlántico hasta la frontera con Namibia, y de Cabinda a Cunene, la República Popular de Angola estaba libre de los invasores y sus fantoches. Todo parecía indicar que la guerra había llegado a su fin, y que después de un determinado plazo para que las FAPLA pudieran asumir la defensa del inmenso territorio, ya no haría falta mantener la ayuda altruista de los internacionalistas cubanos.

Derrotada la agresión imperialista–racista, el ministro de las Fuerzas Armadas, comandante Raúl Castro, viaja a Luanda. Propone y acuerda con el gobierno angolano la retirada gradual de las tropas cubanas en un plazo de tres años, tiempo necesario para la construcción de unas fuerzas armadas capaces de defender el inmenso y codiciado territorio de la república. Antes del primer aniversario de la victoria, un tercio del contingente militar cubano ya había regresado a la patria.

Pero graves acontecimientos obligan a detener el plan de retirada: las llamadas primera y segunda guerras de Shaba en marzo de 1977 y mayo de 1978, que atraen a esa zona cercana a la frontera nororiental de Angola a tropas marroquíes y paracaidistas franceses y belgas, y la acción genocida de racistas sudafricanos, el 4 de mayo de ese último año en el campamento de refugiados namibios de Kassinga, en el sur del país, con un saldo de 600 muertos y 350 heridos graves, la mayor parte de ellos mujeres, ancianos y niños no beligerantes.

Desde entonces hasta 1987 más de 20 mil soldados cubanos permanecen en Angola con la tarea esencial de impedir una nueva invasión sudafricana a profundidad. El grueso de la tropa internacionalista, incluyendo su aviación, ocupa la línea Mozámedes, Lubango, Matala, Jamba, Menongue, que se extiende desde el Atlántico hasta la capital de la provincia suroriental de Cuando Cubango, fronteriza con Zambia y Namibia, a lo largo de 600 kilómetros y a unos 260 al norte de la frontera con Namibia ocupada por tropas de Pretoria.

En el curso de estos años tienen lugar numerosas batallas y combates donde cubanos y angolanos se defienden heroicamente y propinan la derrota del enemigo. En agosto de 1983, la 32 brigada ligera de las FAPLA acantonada en Cangamba, en el sureste del país, que cuenta con 92 asesores cubanos, resiste durante nueve días el cerco y asalto de fuerzas varias veces superiores, bandidos de la UNITA, armados y asesorados por Sudáfrica. El enemigo sufre unas 2 000 bajas entre muertos y heridos –en buena parte por la acción aérea cubana–, se retira sin recoger sus últimos muertos y tiene que desistir de atacar Luena, capital provincial de Moxico, donde pretendía proclamar la "República Negra del Sur de Angola".

En Sumbe, capital de la provincia de Kuanza Sur, no hay tropas, solo 230 cooperantes civiles cubanos, de ellos 43 mujeres y la población angolana. En marzo de 1984 se produce el ataque de una fuerza de 1 500 facinerosos de la UNITA con el fin de secuestrar y someter a cautiverio a técnicos extranjeros, cubanos y de otras nacionalidades. Las autoridades provinciales angolanas y los dirigentes del contingente civil cubano tenían elaborado un plan para enfrentar a posibles agresores. Medio millar de hombres armados hacen frente a los bandidos que, sigilosamente, en la madrugada de aquel día domingo habían ocupado un sector periférico de la ciudad. Tras sufrir cuantiosas bajas, los bandidos detienen su avance. Aviones y helicópteros cubanos basificados en Luanda (270 kilómetros al norte) acuden en apoyo de los heroicos defensores. El enemigo huye precipitadamente.
 

Angola es liberada gracias a la ayuda solidaria de los cubanos
Angola es liberada gracias a la ayuda solidaria de los cubanos

A finales de 1987 se produjo la última gran invasión contra Angola. Sudáfrica y Estados Unidos lanzaron el último y más amenazador golpe contra el país. Pese al serio peligro de agresión militar que también enfrentaba Cuba, el gobierno revolucionario decidió de nuevo reunir a las fuerzas necesarias para asestar un golpe definitivo a las pretensiones sudafricanas. Como en 1975, un número ingente de tropas y medios de combate cruzaron rápidamente el Atlántico, desembarcando en la costa sur del país, para atacar junto al ejército angoleño a las poderosas fuerzas sudafricanas.

Esta vez fueron 55 mil los soldados cubanos que pusieron punto final a la agresión militar extranjera contra Angola. Pero suman millones los hombres y mujeres que aseguraron desde Cuba el éxito de cada misión y se esforzaron para que nada faltara a la familia del combatiente o colaborador civil. La gesta resultó decisiva para consolidar la independencia de Angola y alcanzar la de Namibia. Fue además una contribución significativa a la liberación de Zimbabwe y a la desaparición del odioso régimen del apartheid en Sudáfrica. En total más de 300.000 combatientes internacionalistas, y cerca de 50.000 colaboradores civiles cubanos, se ofrecieron de forma voluntaria para una misión que no tiene parangón en la historia.

Como observó un analista sudafricano: “En Angola, soldados negros –cubanos y angolanos- derrotaron a las tropas blancas en combate, esa ventaja psicológica, esa ventaja que el hombre blanco ha disfrutado y explotado durante más de 300 años de colonialismo e imperio. El elitismo blanco ha recibido un golpe irreversible en Angola y los que estuvieron allí lo saben”.

Pocas veces una guerra, la acción humana más terrible, ha estado acompañada de tal dignidad, honestidad en los principios y la transparencia más absoluta en cada acción realizada por parte de los combatientes internacionalistas. Para Fidel Castro “aquella extraordinaria epopeya nunca ha sido narrada cabalmente”, y al cumplirse el 30 Aniversario, “el imperialismo yanki realiza un extraordinario esfuerzo para que el nombre de Cuba no aparezca siquiera en los eventos conmemorativos”. “Cuba al parecer nunca tuvo absolutamente nada que ver con la independencia de Angola, la independencia de Namibia y la derrota de las hasta entonces invencibles fuerzas del ejército del apartheid”. A su vez, el gobierno de Estados Unidos no tiene nada que ver con los cientos de miles de angolanos asesinados, las miles de aldeas arrasadas y los millones de minas sembradas que aún se cobran muchas vidas de niños, mujeres y civiles de ese país."

Cuba cumplió con lo que dijera el insigne líder anticolonialismo Amílcar Cabral: “Los combatientes cubanos están dispuestos a sacrificar sus vidas por la liberación de nuestros países, y a cambio de esa ayuda a nuestra libertad y al progreso de nuestra población lo único que se llevarán de nosotros son los combatientes que cayeron luchando por la libertad.”

Finalmente, Fidel Castro aseguró que el pueblo de Cuba continuará derrotando cada agresión imperialista, las mentiras de su propaganda y maniobras políticas o diplomáticas. “Continuaremos resistiendo las consecuencias del bloqueo, que algún día será derrotado por la dignidad de los cubanos, la solidaridad de los pueblos y la casi absoluta oposición de los gobiernos del mundo”.